LA VIDA política y administrativa de Galicia se va a convertir en cosa de dos. Por un lado, dos partidos que forman un Gobierno bipartito, actuando conjuntamente en la política general. Por el lado contrario, un solo partido en la oposición que, paradójicamente, es la fuerza mayoritaria en Galicia. No hay más con quien pactar, no hay minoritarios, no hay otros pequeños grupos con los que llegar a acuerdos o pactar cuestiones de detalle. El gobierno PSOE-BNG o está de acuerdo con el PP o no está de acuerdo con nadie más de la oposición en la Cámara. Por eso resulta muy curioso oír y leer que las dos fuerzas aspirantes a formar Gobierno en la Xunta digan que quieren dar cabida a todos los partidos en los grandes debates como el nuevo Estatuto o el «acuerdo nacional por el empleo». Sin embargo, resulta que sólo hay un gran grupo fuera del Gobierno autónomo. De ello se deduce que si quieren reformar el Estatuto de Autonomía y considerar que Galicia es una nación dentro de la gran nación de España sólo pueden contar con el Partido Popular de Galicia. Pero como el PP aún no ha perdido el sentido común, no parece fácil que respalde tal deseo. Por cierto, según el programa para la Xunta del PSOE-BNG, «el Gobierno gallego tendrá como prioridad profundizar en el autogobierno de Galicia, para lo que promoverá la aprobación, sin exclusión de ninguna fuerza política, de un nuevo Estatuto de Galicia. Pero, además: PSdeG y BNG reconocen el carácter nacional de Galicia dentro de un Estado que avanza hacia una configuración plurinacional, pluricultural y plurilingüe». Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que la mayor parte de los gallegos, o por lo menos el 80 por ciento que no han votado al BNG, no tienen ninguna preocupación por un nuevo Estatuto ni por el carácter nacional de Galicia y menos que todo ello se convierta en la acción prioritaria del gobierno de la Xunta. Esperemos que no imiten a los catalanes también en revisar la guerra del Rif a principios del siglo pasado, como han pedido los dirigentes de ERC. En todo caso, una vez que Galicia sea nación, llevarán a cabo ese gran acuerdo nacional por el empleo, para el que sólo pueden pactar con el PP en el Parlamento. Es muy probable que en todo ello estén contando con los sindicatos, especialmente con UGT y CIG, pero siguen siendo la parte gubernamental a partir del momento en que formen Gobierno. La nueva presidenta del Parlamento dice que la Cámara gallega será el centro de la discusión política fundamental. Es decir, allí estarán el Gobierno PSOE-BNG, por un lado, y el PP, como oposición, por otro. Será una discusión sólo a dos bandas. Y todo ello en un arco parlamentario muy precario, dividido por la mitad. Con que un solo parlamentario de la coalición falle, el Gobierno queda vendido, y no digamos si se pasa a las filas contrarias, como existen ya precedentes que viven actualmente a cuerpo de rey. Cada diputado de la coalición es un parlamentario decisivo para mantener la mayoría absoluta en este Parlamento que se ha convertido en cosa de dos.