Crecer o no crecer, esa es...

| VENTURA PÉREZ MARIÑO |

OPINIÓN

21 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

HACE unos años, los demógrafos habían previsto y difundían la idea de que la población española iba camino de estabilizarse, debido fundamentalmente a una tendencia a cero del crecimiento vegetativo, es decir, a una cuasi igualdad entre fallecimientos y nacimientos. El fenómeno se debía sustancialmente a una bajada espectacular en la tasa de natalidad a causa del revolucionario cambio del papel de la mujer en la sociedad y su irrupción en el mundo del trabajo remunerado y por ello el abandono de la que había venido siendo su ocupación mayoritaria, tener hijos y ocuparse de las tareas caseras. Sin embargo la realidad, con la llegada masiva de la inmigración en los últimos años, ha contradicho las previsiones demográficas y eso ha supuesto que la población española (computando sólo la censada) haya batido todos los récords de crecimiento en el último año, aumentando en 910.846 habitantes, según la cifra oficial de población aprobada en el último Consejo de Ministros, lo que supone un 2,1% más que el año anterior y cuatro veces más, porcentualmente, que la media de la Comunidad Europea. Pero por lo que a Galicia respecta -11.213 habitantes más- la noticia no es esa, sino lo contrario, el estancamiento poblacional, ya que nuestra comunidad aparece la penúltima en cuanto a aumento de población y muy cerca de la última, habiendo crecido su población cinco veces menos porcentualmente que la media nacional. Hasta ahí los datos. La cuestión se plantea en qué hacer con ellos. Galicia no crece en población al no renovarse la misma (fallecimientos/nacimientos) y no haber puestos de trabajo que tiren de la inmigración, lo que hace que, a la par del estancamiento, la población gallega sea la más envejecida de España. El dato no es de importancia menor, aunque parece haber pasado sin pena ni gloria, y su toma en consideración debiera ser imprescindible para el actuar político. De forma casi generalizada se puede decir que el aumento de población implica aumento de los ratios de crecimiento económico, pero no indica, al menos siempre, aumento de bienestar social. Se pueden dejar ir las cosas a su aire y ya veremos por dónde viene el viento, y se puede intentar que el viento venga por donde lo encaucemos. Pero el debate va mucho más allá: ¿Interesa crecer? ¿Compensa crecer de cualquier forma como ocurre con el plástico de la agricultura del Levante, o es imprescindible un crecimiento sostenible? ¿Sería mejor la vida en Galicia con 100.000 personas más? La respuesta es compleja, pero la pregunta es obligada para los que tienen como profesión el diseño del modelo de sociedad.