Y los políticos, con el Estatuto

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

31 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

EL BARÓMETRO del CIS que acaba de salir ha vuelto a demostrar que los políticos tienen unos problemas muy distintos de los ciudadanos normales. El pueblo está muy preocupado por la inestabilidad laboral, el paro, llegar a fin de mes, sufrir sustos por la constante amenaza de subir los intereses de la hipoteca, por el encarecimiento tan cruel de los productos de primera necesidad. Muchas mujeres tiemblan por la amenaza de la violencia doméstica; muchos comerciantes lloran a sus colegas asesinados; gran cantidad de taxistas no pueden trabajar por la noche; muchos ciudadanos no pueden vivir tranquilos en sus propias casas por el temor a verse asaltados mientras duermen. Muchos ciudadanos están más que preocupados por el incremento de la inmigración descontrolada, esa que permite a todas las bandas más violentas de Europa y Latinoamérica asentarse en nuestras ciudades. Es decir, preocupa mucho la inseguridad ciudadana galopante que nos ha tocado vivir. Esto sí que lo detecta el CIS claramente. Y mientras sucede todo esto, los políticos no paran de hablar de los estatutos de autonomía. Mientras medio Gobierno central y varios autonómicos se gastan jornadas y jornadas de trabajo, de discusiones, de acuerdos, de consensos, de desacuerdos, intrigas y traiciones para lograr un nuevo Estatuto de autonomía, el ciudadano medio observa atónito, perplejo, desconcertado. Sólo el 2,4 por ciento de la población siente algún interés o preocupación por este proceso. Y también sucede que mientras toda la política española está condicionada por complacer a los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, el CIS nos viene a demostrar que estos problemas sólo preocupan a menos del 3 por ciento de los ciudadanos. Todo ello pone de manifiesto que el conjunto de nuestro entramado político administrativo del país está centrado en solucionar problemas que no preocupan a casi nadie. También demuestra que los medios de comunicación están obsesionados con informaciones y polémicas que cansan a los lectores, oyentes y telespectadores. Y para más gravedad, ahora tenemos más televisiones que siguen insistiendo todas en lo mismo, y mal. Por eso yo sólo puedo entender esta actitud de los políticos como cortinas de humo. Es como si todos fueran calamares soltando tinta por las esquinas para que no veamos dónde están los verdaderos problemas. Ante la imposibilidad o la incapacidad de dar soluciones a lo que preocupa al ciudadano, se inventan nuevos conflictos absurdos: España sí, España no. Cataluña es una nación o una identidad nacional. Agencia Tributaria sí, Agencia Tributaria no. Galicia o Galiza es una nación, una nacionalidad, un sentimiento nacional. Creo que el CIS nos ha demostrado que todos esos grandes debates son tinta de calamar, humo de leña verde. Nos ha venido a demostrar que lo importante es administrar bien lo que tenemos, en lugar de llorar o reivindicar lo que no tenemos, como decía mi abuela.