Una verdad estólida

| VENTURA PÉREZ MARIÑO |

OPINIÓN

13 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

HAY CONQUISTAS de una sociedad moderna y democrática que han pasado a pertenecer al acervo común de los ciudadanos y que como tales van pasando desapercibidas. Incluso a veces, de ser tan comunes, parece que dejan de ser importantes. Ese olvido se está produciendo en la actualidad con dos principios básicos del Estado democrático. El primero es el principio de legalidad o imperio de la ley. La ley es la expresión de la voluntad del pueblo, emanada por los órganos representativos en los que reside la soberanía popular. Por eso nada cabe contra la aplicación de la ley, sólo cambiarla cuando democráticamente se estima oportuno. Si fuera posible no aplicar o no obedecer la ley al libre antojo, caeríamos de forma inmediata en la arbitrariedad y pronto en el autoritarismo y en la dictadura de los más fuertes. Un desastre, por tanto. El segundo de los principios olvidados es que las leyes del orden penal posteriores a los hechos delictivos no se aplican retroactivamente si son perjudiciales para los delincuentes. Han de aplicarse las leyes vigentes en el momento de la comisión de los delitos. Lo contrario repugna ya no la legalidad constitucional, sino el sentido común, al no caber leyes a medida dictadas a posteriori en función de cada caso. Sin embargo, siendo tan evidentes los principios citados, por ese olvido de los principios se está debatiendo la excarcelación de etarras, y más en concreto la de Parot. A Parot le tocará un día salir de prisión en aplicación de las leyes -originales del franquismo- vigentes en el momento de las monstruosidades cometidas. Y como él todos los etarras o delincuentes que cada cierto tiempo van saliendo en libertad, por más que nos repugne verlos o incluso que sean homenajeados. Así las cosas, sostener lo contrario es un ejercicio de demagogia. En la práctica implica acusar al Gobierno y a los jueces y fiscales de complicidad con los asesinos, y eso resulta intolerable. Es muy cierto que a la opinión pública, a todos, al verlos salir en libertad, nos parece que el tiempo de permanencia en prisión para los convictos de hechos muy graves es exiguo. Por eso se han cambiado las leyes, que obviamente se aplicarán a aquellos hechos que se cometan una vez aprobadas, pero no para casos anteriores. Entre tanto, el espectáculo mediático orquestado es descorazonador. Se emite una verdad estólida, que es aquélla que expresan los delincuentes sistemáticamente cuando están faltos de razón y de discurso.