CASI seis temporadas, siete títulos. Muchos de ferralla (Supercopas de España y de Europa). Sólo tres galardones de verdad, la Champions del 2002 con la volea de Zidane y las Ligas del 2001 y del 2003. Su cruz: el 6-1 del Zaragoza o el 0-3 del Barça. Él dice que no. Que lo peor fue la cara de tonto que se le quedó en la final contra el Dépor del centenariazo. Deja hombre de paja. No les da el gusto a sus rivales de convocar elecciones. Lo mató echar al entrenador del bigote. Dijo que su librillo estaba agotado y resulta que el sentido común de Del Bosque era lo único que valía para la cegadora galaxia blanca. Fichó muchas estrellas, pero algo fondonas, con el nombre ya hecho, al final de un ciclo. Tenía en casa a Eto'o y enfilado a Ronaldinho, pero prefirió la melena de Beckham. Butragueño dijo que era un ser superior. El ser superior no acertó ni con Valdano, ni con el Buitre ni con Sacchi ni con Floro. ¿O es que fichaban Florentino y su hijo? El hombre de la cara de cemento armado sabía de números, pero no de balones al hueco. Puso su luz en la operación de Unión Fenosa y la casa blanca se le quedó a oscuras. Se gastó en fichajes 422 millones de euros. 70.000 millones de pesetas. Mucho dinero, para poca gloria. cesar.casal@lavoz.es