Campeones del ladrillo

| XOSÉ MANUEL GARCÍA VÁZQUEZ |

OPINIÓN

28 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

UNO DE LOS EJEMPLOS más destacables, en los últimos años, de éxito empresarial gallego, Fadesa, cambia de propietario. Lo primero que hay que subrayar, aunque sea obvio, es que no estamos ante una opa hostil, sino ante un acuerdo amistoso entre empresarios (Manuel Jove, propietario del 55% de Fadesa, vende la empresa a Fernando Martín, propietario de Martinsa). No deberíamos buscar lecturas victimistas de la noticia en clave de economía gallega. Realmente, en una economía de libre mercado cada vez más integrada e interconectada, este tipo de decisiones corresponden, en exclusiva, al ámbito empresarial -en este caso diría más: al ámbito de decisión individual del propietario de las acciones-. Un asunto diferente es analizar las posibilidades que existen para desarrollar de manera sostenible un entramado empresarial autóctono de suficiente entidad. Y aquí, como tantas veces se ha escrito, únicamente las empresas financieras (cajas y bancos) pueden, dentro de sus posibilidades económicas, crear grupo industrial -como de hecho, en mayor o menor medida, vienen haciendo hasta ahora-. La capacidad de nuestro minifundista sector financiero, sin embargo, es limitada y no puede competir en operaciones de la envergadura de la que comentamos. Tampoco creemos que debiera hacerlo. El criterio a la hora de tomar este tipo de decisiones no puede ser únicamente el color de la camiseta. Otra perspectiva de la noticia, en nuestra opinión de mayor calado, es que pone de manifiesto algunos males endémicos a la clase empresarial en países de crecimiento económico y desarrollo industrial reciente. Las dificultades para consolidar empresariabilidad , lo complicado que resulta generar verdaderos capitanes de empresa y los riesgos inherentes al cambio generacional en las empresas familiares. Efectivamente, Fadesa es hoy una gran empresa inmobiliaria, pero hace sólo treinta años, Manuel y Ángel Jove eran pequeños promotores de A Coruña. Éxito personal espectacular que sirve para figurar en los ranking de primeras fortunas del mundo, pero no es suficiente para enraizar tejido empresarial. De hecho, conviene no olvidar que Fadesa cambió tres veces de consejero delegado en el último año -con desembarco de parte del equipo Inditex incluido-, lo que no deja de ser un indicio de problemas de dirección, o de falta de un modelo estratégico claro. Desde el punto de vista del comprador, poco que objetar. Una empresa del mismo sector que ve complementariedades con Fadesa (volumen, internacionalización...) y que intenta materializarlas. La misma lógica serviría para explicar la operación si se plantease a la inversa: que Fadesa comprase Martinsa. Hipótesis perfectamente imaginable ya que, aunque de Martinsa no se tienen demasiados datos por no cotizar en bolsa, tanto en cartera de suelo como en beneficios, muestra cifras bastante inferiores a las de Fadesa. En cualquier caso, el resultado es un nuevo campeón nacional del ladrillo que se sumará en el parqué madrileño al juego inversor de ACS y Acciona.