COMO aparentan no tener tarea suficiente por aquí, Anxo Quintana y Alberto Núñez Feijoo se han enfrascado, más que en un debate, en una tarascada o sucesión de exabruptos a propósito del que parece tema único en el país: el caso del etarra De Juana Chaos. Tiene tradición y arraigo entre nosotros que los políticos se empeñen en debatir cuestiones que no son de su incumbencia. Mucha paciencia y más tiempo serían necesarios para recontar las mociones e iniciativas de grupos municipales sobre derechos ciudadanos o mil historias más, en tanto tienen sus municipios hechos unos zorros. Es evidente, no obstante, que algunos cargos públicos, con sus opiniones, hacen interesantes aportaciones a esferas de la política que les son ajenas, pero las más de las veces las manifestaciones se producen en cascada, como un eco de lo que ha dicho el líder de turno o sus acólitos. Quintana y Feijoo, vicepresidente de la Xunta y jefe de la oposición, respectivamente, deberían estar escuchando lo que opina la voz de la calle sobre la megalomanía de la Cidade da Cultura, ser conscientes del mal estado de la AP-9, incluso de las deficiencias de trazado, inquietarles la preocupación por no pocas deslocalizaciones empresariales, el irremisible retraso del AVE, la penosa realidad del número de muertos en nuestras carreteras y mil cuestiones más que constituyen nuestra realidad cotidiana. En tales circunstancias, el nacionalista se excede comparando al popular con Blas Piñar o Ynestrillas, por la política del PP en materia terrorista, y Núñez Feijoo mira al pasado señalando al Bloque que la virulencia que emplea contra los populares debe utilizarla contra ETA, lo que puede incitar a algunos desinformados a suponer que los de Quintana se mantienen a estas alturas en una postura de ambigüedad sobre los etarras, cuando es evidente que los condenan hace mucho tiempo. Uno y otro político no aportan nada, salvo más ruido. Lo malo es que en ocasiones producen la impresión de que, hablando de sus competencias, tampoco son un ejemplo de equilibro y coherencia.