Nuevos ministros: vocación de eternidad

| FERNANDO ÓNEGA |

OPINIÓN

09 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

«Ministro, aunque sea de Marina», decía un célebre personaje del franquismo. En la democracia se sigue pensando igual. Lo importante es tener una cartera ministerial. Los nuevos miembros del equipo Zapatero prometieron ayer sus cargos y después tomaron posesión. Son más provisionales que nadie, porque si pierden las elecciones no estarán ni un año en sus puestos; pero ni en una boda se ven tantas y tan abiertas sonrisas. Los nuevos reciben y dan abrazos que recuerdan las celebraciones del gordo de Navidad. Sólo les falta el cava, que reservan para la intimidad. Lo menos que se puede decir es que Zapatero hizo felices a tres personas. Es su obra buena del mes de julio. Dentro de este panorama, resulta enternecedor el caso de Bernat Soria, que pasó del laboratorio a la poltrona, y en cuestión de horas habla ya como un político profesional. Resulta emocionante el caso de Carmen Chacón, tan ilusionada ella, tan dispuesta a resolver el tema de la vivienda, tan crédula que piensa que lo puede hacer. Resulta conmovedor el caso de Jordi Sevilla, que rompe la norma de la resignación, recuerda a los mártires, y escribe en su blog que es tan maravilloso cesar como ser nombrado. El más pausado, como corresponde a un sabio de A Coruña, ha sido César Antonio Molina, que se conforma con hacer una gestión cultural que llegue a quinientos millones de habitantes del mundo. El consejo a los que estrenan poltrona lo heredo de Pío Cabanillas Gallas: «Empiezas a cesar en el mismo momento de ser nombrado». Pero ninguno se lo cree, porque ser ministro comporta una cierta vocación de eternidad. El servicio a la patria es algo a lo que ningún mortal debe poner límites temporales. Incluso el calendario pasa a ser para ellos algo demasiado vulgar, impropio de su alta representación. Y así, ninguno se marca esa frontera vulgar de los ocho meses. Ayer hablaron a largo plazo, por no decir a larga distancia. Pero lo más impresionante ha sido ver el entusiasmo que han creado en sus propias filas. Al parecer, toda la política social que no se pudo hacer en tres años será posible ahora. El CIS debe ir rehaciendo las encuestas que daban empate técnico con el PP, porque Zapatero ya está en condiciones de ganar. Y con diez puntos de diferencia, según se pudo leer ayer en un periódico. ¿No les parece maravilloso? Todos los problemas políticos, inquietudes sociales, incertidumbres económicas, se resuelven con un simple gesto del presidente: cesar a tres ministros y acertar en los sucesores. Eso es todo. Si llega a cambiar a seis, esto sería Jauja; el PSOE, la euforia desatada, y yo sólo tendría una pregunta: ¿tan fácil es esto de la política? Un día de éstos, la realidad los hará despertar.