L os funcionarios arrastran el sambenito de que trabajan poco, aunque como en cualquier empresa habrá de todo: los que trabajan poco, algo y mucho. Ahora, la Xunta acaba de proponer reducir un tercio las horas y el salario de interinos y personal laboral.
Ambas cuestiones llevan al ciudadano que paga sus impuestos a plantear una pregunta: ¿Estuvo la Administración funcionando con una plantilla inflada durante años? Parece que sí, y ahora los trabajadores pagan las consecuencias de aquellos excesos.
El sistema debe controlar quién trabaja y quién no, y no puede contratar personal que no es necesario. La Administración debe estar dimensionada y ser eficiente, tanto en época de vacas gordas como de vacas flacas. Porque el dinero de todos no se puede gastar alegremente.