Galicia, cada vez más amenazada

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

08 abr 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Hace muchos años que vengo escribiendo que la principal amenaza para la Galicia del futuro es la crisis demográfica. Hace veinte años muchos no hacían caso o restaban importancia a este problema, pero ahora creo que nadie puede negarlo a la vista de los resultados, que no hicieron más que corroborar aquellas previsiones. De su mano vino el envejecimiento de la población, el elevado peso de la población pasiva, del gasto sanitario y del coste asistencial. También eran efectos anunciados, como lo era la reducción de la cuota del mercado interior y su impacto reductor en la demanda.

Pero con ya ser bastante grave, ahora otras graves amenazas se vinieron a sumar a la anterior. Una, el abandono del medio rural por una política absolutamente ineficiente del desarrollo rural y del modelo económico en general, cuando la producción primaria es uno de nuestros resortes de competitividad mejor posicionado. La suma de estas dos amenazas, convertidas en realidades, trajo la despoblación, las aldeas abandonadas, los equipamientos vacíos, y una serie de situaciones de compleja solución. El deterioro del campo, del paisaje y del medio ambiente, junto con el descuido de nuestras masas forestales son también efectos inducidos y visibles. Por si fuera poco, la política económica nos puso a las puertas de una nueva amenaza. Una economía productiva subvencionada poco competitiva y un turismo que se refugia en la demanda barata. Claro que esto aún puede cambiar el signo con un cambio en la política emprendida. Lo que no se puede cambiar es la cuarta gran amenaza. Los efectos del cambio climático. Todavía es pronto para saber con certeza si esta sequía invernal es resultado de un ciclo climático regular o del cambio climático, pero en cualquier caso la amenaza está al acecho. De cumplirse sus efectos, podrían ser devastadores para nuestro modelo económico, para nuestro paisaje, para nuestro equilibrio en general.

Tres amenazas que exigen, también en tiempos de crisis, y más aún en ellos, un serio replanteamiento del presente y sobre todo una revisión de los pronósticos del futuro. Son demasiadas amenazas para seguir preocupados solo por la gestión y no pensar cómo anticiparnos a un futuro cada vez más incierto.