La salvación del soldado Ryan, popularizada por Spielberg, tenía una finalidad simbólica, ya que ni siquiera el militarismo yanqui puede admitir que el precio que tenga que pagar una madre por las glorias de la patria sean sus cuatro hijos. Esa fue la razón por la que, cuando un burócrata del Pentágono se enteró de que tres hermanos ya habían muerto en combate, y de que el cuarto estaba en Normandía, se decidió encontrar a Ryan, sacarlo indemne del frente y devolvérselo a su mamá. Y eso es lo que está haciendo el PP con el soldado Rato, exministro de Aznar, exdirector del FMI y exdirector de Bankia, al que hay que salvar a toda costa por motivos puramente simbólicos.
Rato fue -con la ayuda de Cascos- el ideólogo de la liberalización del suelo que provocó el alud inmobiliario. También es la referencia intelectual del milagro económico de Aznar, convertido por la prensa de derechas en el «mejor ministro de Economía y Hacienda de la historia de España». También fue un efímero director del FMI, que durante dos años simbolizó el prestigio exterior de España, la superación de los estigmas de la vieja Europa, y el aterrizaje de una generación de yuppies que contaban los euros por cientos de millones y que, en vez de especular dentro de España, y solo con tierra, como hacían los franquistas, se apuntaron a la especulación globalizada, sofisticada y glamurosa. Y también fue el hombre elegido por la derecha de Aguirre para asentar en Madrid la mayor entidad financiera de España, para ensayar las evoluciones de un modelo bancario concentrado, para demostrar la influencia que puede tener la política en el nacimiento de nuevos órdenes económicos y para arrebatarle a la periferia de Santander, Bilbao y Barcelona su tradición de grandes banqueros.
Por eso hay que salvar al soldado Rato. Porque si dejamos que se convierta en el símbolo de lo que ya es, será imposible seguir insistiendo en que la culpa de todo la tiene un tal Zapatero que, arrojado del poder por un tsunami electoral de etiología incierta, se reencarna ahora en los diablos Mafo, Almunia y Rubalcaba, que, de acuerdo con los análisis del PP, son los culpables del colapso de Bankia, de la segunda reestructuración aprobada ayer, de la parálisis de Novagalicia Banco, de la crisis del naval, de las preferentes, del déficit de Cataluña y Valencia, y del Madrid de Gallardón, de los recortes en sanidad y educación, y de todo cuanto afecta a los impuestos, sueldos, pensiones, hipotecas y ahorros de los españoles.
Estos son los motivos por los que el soldado Rato es tan importante como el soldado Ryan. Porque es el símbolo de una pequeña batalla de honores y valores -como una partida de pimpón entre el PP y el PSOE- que trata de disimular la montaña de corrupción sobre la que se está dirimiendo la guerra general.