Finalmente los reclamados hispanobonos (o hispabonos) se quedaron en mera deuda pública -y me parece muy bien-, según especifica el artículo diez, punto segundo, del decreto publicado el pasado sábado día 14 y aprobado el jueves siguiente en el Congreso. Porque ante los derroteros de insostenibilidad financiera a los que estaban llevando las deudas (autonómicas) patrióticas en Cataluña y Valencia, tanto por su volumen como por sus intereses de refinanciación, el Estado hace muy bien en mutualizar el riesgo imponiendo fuertes condicionantes. Sacando así a las regiones que se acojan a nuestro Fondo de Liquidez Autonómico, con 18.000 millones iniciales financiados con deuda pública, de las aguas de los tiburones del mercado.
Justo lo que no se hace en la eurozona, donde en vez de suprimir la extorsión de la prima de riesgo, mutualizando los costes del endeudamiento de los Estados con problemas, en una cifra intermedia manejable entre los países que tienen tipos negativos y los que los tienen insostenibles, se crea un mero sindicato de prestamistas (FEEF y MEDE).
Y así, mientras en España quien mutualiza es el Parlamento español que aprueba el decreto al que se acogió ya Valencia y al que ahora va a acogerse Cataluña, en la eurozona son dieciséis Parlamentos (¡todos menos el español¡) los que tienen que dar el visto bueno; el Parlamento Europeo no pinta nada en todo esto. Puede que Valencia sea la Grecia española (obras caprichosas más los muchos ladrillos de Bancaja, el Banco de Valencia y Caja del Mediterráneo), pero, afortunadamente, España a la vista está que es más federal que la eurozona.
El Fondo de Liquidez Autonómico aprobado aquí tiene un diseño coherente con lo que España necesita reclamar de la eurozona. Porque no es como un préstamo del Fondo, o del Mecanismo de Estabilidad Europeo con diecisiete Estados como prestamistas y que has de pagar a un interés superior al que ellos pagan para financiarse. Porque no es un negocio de acreedores nerviosos por sus retornos.
Que queden en principio excluidas las comunidades fuera del régimen común es algo que debieran anotar aquellos que, como Cataluña, reclamaban apuntarse al modelo de concierto con una mano mientras emitían deuda patriótica con la otra, para ahora apuntarse a este fondo federal.