El nuevo Plan Especial de Protección y Reforma Interior de la Ciudad Vieja y la Pescadería (Pepri, en sus siglas técnicas) es ahora el nuevo desafío del área de Urbanismo del Ayuntamiento coruñés. Una vez desbloqueado el PGOM, ya en el tramo final de su aprobación, el equipo que dirige Martín Fernández Prado se volcará con la protección del casco histórico.
Durante décadas, la Ciudad Vieja coruñesa fue puesta como ejemplo de lo que no debería ser jamás la conservación del patrimonio arquitectónico de una ciudad. Bajo el empuje de la especulación inmobiliaria fueron muchas las pequeñas joyas urbanísticas que cayeron víctimas de la codicia de algunos constructores sin conocimientos o, lo que es mucho peor, sin escrúpulos.
El anterior edil de Rehabilitación, Mario López Rico, inició la senda del cambio. Encontró la complicidad de la entonces conselleira de Vivenda, Teresa Táboas, y una primera lluvia de millones permitió auxiliar a los propietarios tradicionales en los procesos de recuperación de edificios. Se impuso como obligatoria -siendo concejala de Urbanismo Mar Barcón- la Inspección Técnica de Edificios y el aspecto de la Ciudad Vieja mejoró de forma considerable.
El pasado viernes, el alcalde, Carlos Negreira, desvelaba que son 269 los edificios del casco histórico que precisan un urgente tratamiento de choque. Por eso, las nuevas directrices del Pepri son más que urgentes. Urbanismo debe ser especialmente cuidadoso con la protección del patrimonio y establecer unos patrones de conducta comunes que eviten que la Ciudad Vieja sea castigada con la ignorancia o el desprecio y se convierta en un tesoro más de la ciudad.
La oportunidad no es solo para los propietarios. Lo es también para las empresas del maltrecho sector de la construcción. Con la demanda de nuevos pisos bajo mínimos por la crisis, la recuperación de edificios puede convertirse en una productiva terapia que permita a algunas de esas constructoras sortear lo peor de la crisis y mantener su actividad a flote con trabajos de calidad.
Heridas en el PSOE. La batalla por ocupar plaza en las listas del PSOE por la provincia ha dejado un claro perdedor: Fran Caamaño. El exministro consiguió enfadar a todas las familias del socialismo coruñés con sus bandazos y la situación final es realmente esperpéntica. El más votado en las primarias locales, Manuel Vilaboy, beneficiario del voto de castigo entre el resto de las facciones, fue relegado a la posición número 14 tras llegar a pedirle al propio Caamaño el número 1 por la provincia. Insatisfecho, presentó su renuncia, como otros dos militantes más. Tampoco hay mucho entusiasmo en las filas del barconismo. Pese a que Mar Barcón ha pedido cautela, sus principales apoyos, los más jóvenes del partido, se han sentido excluidos e incluso en una reciente charla interna en la Agrupación Socialista Coruñesa han apelado a su derecho a inhibirse en el trabajo de campaña. ¿Cicatrizarán las heridas antes de la cita con las urnas del 21-0?