Hay quien ve en octubre un mes cruel. Con chubascos y tormentas que se suceden. Y al revés. La vida corre como el viento y parece que todos los cronómetros se mueven con gasolina de alto octanaje. No hay pausa. Vivimos de pie sobre el presente y olvidamos que el único monarca del tiempo es el amor. Javier Marías, el madridista, corazón tan blanco, que está en boca de muchos por escribir un artículo crítico con Mourinho, acaba de reunir todos sus cuentos en Mala índole. Los aceptados y los aceptables, como el autor explica. Su obra novelística es extensa e intensa, y ahora polémico Premio Nacional. Pero en estos textos más breves de Javier Marías brota igual toda su querencia por esa narración que se demora, para degustar con calma. Justo lo contrario a la agenda del día que quema. Utiliza el oro del castellano. Elige las palabras con metrónomo. Y sus historias son siempre envolventes, poliédricas. Como escribió el poeta, nada es lo que parece. Todo lo que vemos es otra cosa. Todos mienten, que escribió Soledad Puértolas. Ese fenómeno sucede de forma especial con Marías. Extraños médicos que atienden de noche. Asesinos que van al hipódromo. Fantasmas que acechan. Giros. Hay algo en Marías que nos dice al oído que llevamos un espía dentro y que jamás nos conocemos.