No conocen la auténtica realidad del país

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

22 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Ayer fue el primer aniversario de Mariano Rajoy como presidente, y los juicios se reparten como se podía esperar: para la izquierda política y sindical, un año de desgracias cósmicas para el Estado de bienestar; para el Gobierno y su partido, el año de las bases del crecimiento que algún día llegará; para el ingenio tuitero, el gracejo: «Dicen que Rajoy cumple un año; enhorabuena, Mariano, por fin cumples algo».

Este cronista no tiene balance. Solo tiene una duda: ¿sabe realmente este Gobierno cómo está el país que está gobernando? A veces pienso que no. Conoce sus datos estadísticos. Maneja como nadie las décimas del producto interior y del déficit. Se mueve con soltura entre los grandes números. Los eleva a la categoría de valor ideológico. Pero hay otra realidad que creo que se le escapa de la vista y, desde luego, de las manos. Es la que cuentan los responsables de organizaciones benéficas, que son los que palpan la vida de los ciudadanos y describen situaciones que no caben en una estadística.

Se nos dice, por ejemplo, que desde que empezó la crisis aumentó el ejército de la pobreza hasta situarse en doce millones de personas, el 27 por ciento de la población. Pero ese dato no revela el drama humano que hay en cada caso.

Estos días he sabido que hay provincias andaluzas donde la cuarta parte de los escolares no desayunan nunca. Llamé a una profesora amiga de Sevilla para contrastar esa información con su experiencia, y me contó casos de niños que no pueden llevar zapatillas deportivas al colegio porque sus padres no tienen ni para comer. He visto que en Tenerife una organización social reparte 1.800 desayunos entre escolares de la provincia. He hablado con el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, en el programa El debate, de TVE, y me dijo que se están dando casos de desnutrición. Y todos sabemos cómo se quedan miles y miles de personas si les falta la pensión del abuelo.

No estoy culpando al Gobierno. La única culpa es de la situación económica, que trae estos castigos inhumanos a la población. Estoy diciendo solamente que temo que el Gobierno y el resto de las Administraciones Públicas no ven ese drama, oculto entre informes oficiales y la necesidad de contar lo bueno de su gestión. Y la mejor prueba de que no ven ese drama es lo que ha ocurrido con las becas de comedor: algunas autonomías las han quitado justo cuando más se necesitaban. Con esa decisión han condenado a no comer a miles de niños, que ahora son alimentados por organizaciones como Aldeas Infantiles. Si esas autonomías se hubieran pasado en cualquier gasto, Montoro las hubiera castigado sin auxilio financiero. Como solo condenan al hambre a los niños, se puede tolerar.