Las cinco consultas autonómicas celebradas este año han confirmado la profunda crisis electoral que atraviesa el PSOE: perdieron 654.831 votos en Andalucía respecto a las elecciones autonómicas precedentes; su retroceso acumulado en Asturias ha sido de casi 100.000 votos desde el año 2007; en Galicia, la candidatura de Pachi Vázquez retrocedió 226.904 votos, perdieron otros 105.303 en el País Vasco y su socio, el PSC, 51.900 en Cataluña, lo que acumula un retroceso de 272.800 votos respecto a los comicios del 2006. Todo esto suma más de un millón de votos que el PSOE ha dejado de ingresar en este año 2012 respecto a las posiciones precedentes. Siguen perdiendo votos y aparentemente no saben qué hacer, por lo que les ofrecemos desinteresadamente algunos consejos.
Deberían hacer la renovación interna que requiere la situación, o al menos su márketing, lo que exige la retirada de la generación Zapatero de la primera línea política, o su convivencia pautada con una generación de reemplazo; pautada o sujeta a un márketing de la discrepancia, lo que no hizo Rubalcaba para reemplazar a Zapatero, y así le fue. Debieran entender entonces lo que esperan de ellos los ciudadanos socialdemócratas alemanes o franceses: que defiendan el euro ayudando como puedan, considerando, además, que esas sociedades, de momento, no quieren eurobonos ni unificación política. Puestos aquí, deberían reformular su enfoque estratégico y adaptarlo a la nueva situación del mercado electoral, asumiendo que ya no representan a una buena parte de los electores que han perdido desde que iniciaron esta crisis, decepcionados y situados enfrente, en un espacio ciudadano de ruptura definido en modo electoral por Syriza en Grecia, el mismo que ocupa Anova en Galicia.
Estamos ya en el centro del tablero, que es donde el PSOE puede encontrar las soluciones. Y las tiene, porque el PP ha caído 2,7 millones de votos este año y ha quedado a 1,4 millones de los socialistas: si estos son capaces de ganarle al PP 700.000 votos, empatan. Felipe González también lo tiene claro. Y no parece muy difícil, porque el resultado ganador de Rajoy contiene 1,7 millones de votantes de Zapatero del año 2008, electores que buscaban soluciones económicas y que ahora están decepcionados. Deberían entonces estudiar cómo atraer a estos votantes de Zapatero que se fueron al PP, así como a otros populares de idéntico perfil central y sumiso a las políticas de la Unión Europea sobre España. El candidato lo tienen, porque es Joaquín Almunia, idóneo para ofrecer una alternativa de gobierno al menos muy técnica y experta en materia comunitaria. Una candidatura con un perfil gestor antes que otra cosa. La oportunidad también la pueden tener si el PP de Rajoy no es capaz de presentar para el 2014 unos presupuestos donde inequívocamente lo peor ya esté superado. Almunia y una generación nueva de candidatos autonómicos pueden ser una solución, con Rubalcaba, Carme Chacón y Tomás Gómez convenientemente derrotados.