El nombramiento, hace un mes, del profesor del Instituto de la Ciencias Cinematográficas Alaa Abdel Aziz como sexto ministro de Cultura de Egipto desde el 2011 ha puesto en pie de guerra a todos los artistas egipcios representados por el Consejo Supremo de la Cultura (CSC).
El CSC comunicó el domingo su decisión de demandar al ministro por difamación debido a sus acusaciones de corrupción y a las fulminantes e injustificadas destituciones del doctor Ahmed Mogahed, director de la Dar al Kotob o casa de los libros; la doctora Inés Abdel Dayem, directora de la Ópera, y el doctor Salah al Miligi, responsable del área de Bellas Artes del ministerio. Desde su nombramiento, 21 personas han sido destituidas o han dimitido por no poder trabajar con él.
El despido de todos estos directivos, según fuentes de algunas de las instituciones afectadas, es el primer paso para la paulatina eliminación de las artes -música, danza y teatro- consideradas pecaminosas por los Hermanos Musulmanes y el Gobierno de Morsi, así como para utilizar el fondo del millón de dólares del patrocinio cultural para la difusión de las ideas islamistas. Todos los miembros de la Orquesta Sinfónica y Coro de la Ópera de El Cairo, incluyendo al pianista Ramzy Yassa, se negaron a actuar desde que se hizo pública la destitución de la directora. Actores, directores de cine, escritores y otros miembros de la comunidad cultural de Egipto se han unido a la protesta con una única reclamación: la renuncia del ministro y la no dependencia del CSC del Gobierno.