La ciudad y la calle

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

26 ago 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

La eclosión del automóvil a partir de la segunda mitad del siglo XX tal vez haya quebrado las perspectivas del urbanismo para el tiempo siguiente. Comienza entonces lo que Vahl y Giskes llaman «el bombardeo de las ciudades y los pueblos por el vehículo de motor», el apoderamiento de los espacios públicos -de todos- por la tiranía de la automoción, sin que los gobernantes municipales sean capaces de prever el inmediato futuro.

Las consecuencias están aquí. La ciudad, como suma de espacios abiertos para el paso y reunión de personas, ha de ceder sus áreas libres al automóvil y desaparecen tantas opciones para la comunicación directa entre los habitantes. Y la calle, lugar del cotidiano andar y vivir, perderá su carácter de espacio para intercambiar pareceres y conversar. La calidad de vida y el bienestar social, el calor humano de la ciudad, se quedan mas allá de la línea del horizonte como promesas más o menos grandilocuentes y vacías.