El próximo miércoles, Félix Sanz Roldán, director del CNI, informará del espionaje atribuido a los Estados Unidos a la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso. El teniente general Sanz Roldán es uno de los pocos hombres de Estado que conozco. Profesional de primer orden, entrañable como persona, dialogante por sistema y creíble por su forma de comunicar hará, sin duda, una exposición convincente. Pero yo me sigo preguntando en todos los sitios donde tengo voz por qué su informe se tiene que hacer a puerta cerrada. Primero, porque en la Comisión de Secretos Oficiales hay de todo, menos secretos: al minuto siguiente se sabe todo. Y segundo, porque es ilógico que la sociedad española conozca las versiones interesadas, comerciales y probablemente sesgadas y exageradas del espionaje, y se le niegue, en cambio, la versión oficial de lo ocurrido, que no tiene por qué no ser veraz. Supongo que es el protocolo y la naturaleza de estas comparecencias es así, pero sépase que así nunca se podrá formar bien a la opinión pública.
¿Qué puede decir el señor Sanz Roldán de los episodios que estos días nos han escandalizado? Cinco cosas: 1) Resaltar, como ya hizo, que todas las actuaciones del CNI son legales, faltaría más. 2) Aclarar la colaboración de ese centro con la NSA: no es cierto que se le hayan pasado 60 millones de escuchas telefónicas, sino 60 millones de metadatos, que reducen las conversaciones a menos de doscientas mil. 3) Esas escuchas fueron efectuadas en el extranjero, básicamente en Afganistán, y por motivos de estricta seguridad militar. 4) En consecuencia, no hay grabaciones de ciudadanos ni de instituciones españolas, salvo que hayan sido mantenidas con los propios Estados Unidos o captadas de cables transoceánicos. Y 5) Hay una colaboración habitual y fructífera con los servicios secretos norteamericanos, sobre todo en zonas de alto riesgo como la del Sahel, donde Al Qaida esconde a secuestrados. Un solo país no puede espiar una zona que tiene siete veces el tamaño de España.
Entiendo que eso es cuanto hay que informar a la comisión. Conclusiones adelantadas: 1) La investigación que conocemos como espionaje es necesaria, siempre que sepa limitarse a objetivos precisos. Escuchar a gobernantes y violar la intimidad de personas indiscriminadas es intolerable y posiblemente delito. 2) Si se espía por razón justificada, lo menos que se puede pedir a los profesionales es que no los descubran. Y 3) Una vez recogidos los datos, lo menos que se puede pedir a los servicios secretos es que garanticen su custodia, cosa que clamorosamente no ha ocurrido.
Y un deseo: que el CNI español sepa y pueda demostrar que, efectivamente, se ha limitado a cuestiones de seguridad.