23 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.
Un mes después de presentar una reforma del aborto más restrictiva que la de 1985; después de encontrarse con el rechazo de buena parte del propio Partido Popular (y de numerosos colectivos sociales) y tras escuchar a la ultraderechista Marine Le Pen decir que ella no cambiaría la ley de plazos francesa por una norma como la española, Rajoy lo ha entendido: la reforma del aborto es controvertida y habrá que mejorarla.
Y el camino es el que habría que seguir siempre (aunque nunca se hace) en las grandes cuestiones de Estado: un debate en profundidad, participación de todas las partes de modo que se diseñe una ley estable en el tiempo y que no baile al compás de la ideología del Gobierno de turno.