Una estrategia diferente

OPINIÓN

26 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace muchos años que se le viene dando vueltas al problema fundamental de la asistencia sanitaria. Por supuesto, no hablo solo de Galicia o de España, sino del conjunto de las economías avanzadas. La dificultad de contener el excesivo crecimiento de los costes, manteniendo e incluso mejorando la calidad del servicio, es el denominador común de todos los sistemas de salud de estas sociedades. No hacía falta una crisis, por tanto, para reconocer este hecho. Sin embargo, la aparente buena marcha de la economía propició una cierta desidia en abordar el problema. Se tomaron algunas medidas de carácter muy superficial en el ámbito de la gestión. Se trató de reducir los costes con los esquemas tradicionales. Y en los últimos tiempos parece que se optó por recortar sin reparar en la calidad. Pero lo cierto es que nunca se entró a fondo en una estrategia realmente transformadora, que afectase profundamente a la manera en que se organiza la práctica asistencial. Quizá sean palabras mayores, pero en este momento no queda otra alternativa. En ninguna parte.

La clave, sin embargo, es sencilla. Consiste en poner al paciente en el centro del sistema y al médico en la responsabilidad de la asignación de los recursos disponibles. O dicho en otras palabras: en practicar una medicina que aborde de manera integral y con la mayor eficiencia las necesidades -con frecuencia múltiples y complejas- de pacientes individuales. ¿Qué cambio provoca esta estrategia con respecto a la situación actual? De entrada, que los recursos asistenciales deben agruparse para dar la máxima calidad a un coste inferior al actual. No tiene sentido dispersarlos por razones que ponderan más el acceso que el resultado (que es lo importante). Y, por otra parte, que a los pacientes, especialmente a los crónicos y a los que padecen varias enfermedades de manera simultánea, se les ha de tratar integralmente, no por partes. Si nos tomásemos la molestia de mirar los resultados de las iniciativas aplicadas dentro y fuera de nuestro país (sorprendentemente, no suele hacerse) veremos que hacer las cosas de esta manera produce procesos más ágiles, mejores resultados para los pacientes y costes más bajos.

Pero aunque resulte fácil describir el objetivo, no puede ocultarse que el camino para alcanzarlo es sinuoso. Las organizaciones no se dejan cambiar fácilmente. La gente, especialmente en momentos como los que estamos viviendo, recela. Las resistencias -lógicas- son más acusadas en tiempo de crisis. Pero precisamente porque la sanidad está en crisis es preciso tomar medidas importantes. Y la transformación que se necesita solo puede venir de dentro del sistema, de sus propios profesionales. Por eso la gestión clínica es la clave.

Enrique Castellón es médico y economista.