Ahí lo tenéis: siempre se las apaña para soliviantar el gallinero y convertirse en el centro de la reunión. No acabo de verlo como animador de una fiesta de cumpleaños, pero es perfecto como agitador del panorama político. Si habla, porque habla; si calla, porque calla, y si se ausenta, porque crea un lío que los medios nos encargamos de engrandecer como si se hubiera producido un cataclismo. Es la fuerza de atracción de José María Aznar, cuya ausencia en la convención del Partido Popular en Valladolid está siendo examinada como si fuese una nueva encuesta de población activa.
Es muy probable que haya ocurrido algo como esto: que el expresidente tenga apalabrada una conferencia o algo así, bien pagado, en Filipinas o cualquier otro lugar. Le resultaba más fácil disculparse ante su partido que ante una lejana organización que le ayuda a resolver su economía privada. Para justificar su conciencia, pensó que su presencia en Valladolid no aportaría gran cosa. Incluso puede haber ocurrido que no tuviese nada preparado o que es muy generoso y prefirió no hacerle sombra a Rajoy, que necesita todos los focos. ¡Vayan ustedes a saber la verdad de esta historia que tanto da que hablar!
Pero todo esto, que suscribirían doña Dolores de Cospedal y don Carlos Floriano, es de tal ingenuidad que no sé ni cómo me he permitido escribirlo. Aznar es demasiado listo y tiene demasiadas tablas -¿quizá también demasiada maldad?- como para no prever los efectos de su plantón a Rajoy. Cuando comunicó su ausencia ya se sabía lo de Vidal-Quadras y lo de Mayor Oreja. Ya tenía toda la información sobre la agitación de las víctimas y su creciente desapego del PP. Ya le habían contado el malestar del sector más duro del PP vasco, que no soporta a Bildu en las instituciones. Y ya sabía, por tanto, cuáles serían los efectos políticos de su desplante.
Quiero decir, señora De Cospedal, que problema de agenda, sí, pero poco. Más bien disculpa de agenda. Si Aznar hizo lo que hizo, es que tiene un mensaje: querido Mariano, estás siendo muy blando con el nacionalismo; no aplicas las medidas de autoridad que prevé la Constitución, como el artículo 155; no usas la mayoría absoluta y el poder territorial con la firmeza que yo lo haría; estás irritando a las víctimas, nuestro electorado más sensible; estás perdiendo votos que han sido siempre nuestros y permites que surjan partidos a nuestra derecha que nos pueden dar un disgusto; permíteme que no vaya a Valladolid, porque no puedo aplaudir esa política, pero tampoco voy a destrozar tu convención con una intervención crítica. Creo sinceramente que este es su mensaje oculto. Cualquier otra interpretación revelaría improvisación, descuido, menosprecio: todo impropio del señor Aznar.