La cornisa cantábrica, del Miño al Bidasoa por autovía

OPINIÓN

04 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ahora se pone en marcha el último tramo de la autovía del Cantábrico en tierras gallegas. Probablemente sea la infraestructura en la que se invirtieron más años en su construcción, y aún sigue sin estar completo todo su trazado: quedan tramos por hacer en el entorno de Santander y en el extremo oriental asturiano. Tanto se tardó que aun antes de su remate final ya han tenido que construirse variantes en tramos saturados como en la envolvente de Bilbao. Una autovía que conecta esta ciudad con A Coruña y que se prolonga mediante autopista de peaje hasta la frontera francesa y desde allí al resto de Europa. No cabe duda de que estamos ante un hecho de gran trascendencia para mejorar la accesibilidad de Galicia en una dirección estratégica, por el potencial que en sí mismo encierra, y por la facilidad para conectarnos por vía terrestre con Europa, o con los tres puertos de donde parten los ferris a Francia e Inglaterra. Hoy el norte de España vuelve a ser, a pesar de la decadencia anterior y del estancamiento asturiano, parte sustantiva del gran espacio regional español más y mejor desarrollado, que se prolonga por el valle del Ebro hasta Barcelona.

La autovía es una infraestructura tan esperada como necesaria, pero además nos abre interesantes posibilidades. No olvidemos que Galicia se sitúa como una rótula regional entre el eje cantábrico y el eje atlántico, y que de esa posición de vértice se pueden obtener ventajas comparativas en muchos terrenos a poco que se trabaje: para nuestros puertos, empeñados en proyectos estratégicos que deben rentabilizarse, para un turismo que padece las consecuencias negativas de una pobre política oficial mal encaminada, para promover una plataforma de ciudades creativas, para acercarnos a Europa por una vía más directa y más rápida, para presentarnos hacia el exterior formando parte del espacio español con mayor calidad de vida en su conjunto. Un cúmulo de oportunidades, en fin, para una Galicia que en estas últimas décadas ha subestimado las ventajas de formar parte de la cornisa cantábrica. Probablemente las difíciles comunicaciones son parte de su explicación. Ahora nos queda por defender una modernización del trazado ferroviario que, sin llegar a ser de alta velocidad, al menos pueda convertirse en un trazado moderno y competitivo. Estamos ante una obra de largo pasado pero de más largo futuro para conectar el Miño con el Bidasoa, que diría Cela.

Andrés Precedo Ledo es catedrático de Geografía Humana de la Universidade de Santiago.