El cambio es real

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

04 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No sé cuál será el recorrido de las nuevas formaciones políticas, pero del efecto de cambio que está generando el resultado electoral tengo cada vez menos dudas. En el nuevo escenario de contestación social, la estabilidad política e institucional de España demanda nuevas realidades. Por un lado, partidos políticos más representativos, más abiertos, más democráticos, más participativos y con una selección de candidatos basada en la valía y la honestidad personal, y no solo en criterios internos de los aparatos políticos dominantes. En una palabra: dar el paso de una democracia cautiva del poder establecido a una verdadera democracia social y participativa, con un incremento de la independencia de los órganos de control y un menor intervencionismo. Un camino alternativo necesario frente al creciente poder de los intereses de los grupos oligárquicos que hasta ahora no han hecho otra cosa que someter a la sociedad y acrecentar sus objetivos de poder, sea este político, económico o social.

El Partido Socialista ha iniciado el camino, pero hemos de esperar a ver cómo lo recorren y adónde se dirigen. El Partido Popular, inscrito en el inmovilismo, debe dar un paso adelante si no quiere seguir por el precipicio anunciado por el rechazo electoral. En ambos casos deben eliminarse las personas directa o indirectamente implicadas en la corrupción, sea esta de carácter penal o solamente ético, y dar paso a una nueva generación limpia de sospecha y ajena a ese pasado que la sociedad actual rechaza. La reciente postura de Rajoy ante la posibilidad del federalismo asimétrico como alternativa a los movimientos de independencia catalán y vasco es un síntoma importante, pero no llega. Y todo ello en apenas una semana.

Ahora hemos quedado sorprendidos por una nueva y esperada noticia del cambio: la abdicación del monarca en el príncipe de Asturias. No conozco más razones que las de la misma noticia, pero todo parece indicar que esta decisión, además de ser un paso trascendental, constituye una jugada estratégica para que la institución monárquica se sume a la corriente de cambio iniciada y que, como ocurrió en la transición, este cambio generacional contribuya a garantizar esa estabilidad social y política que España necesita para hacer frente a sus compromisos de futuro. Un cambio generacional que está en condiciones de comprender y de emprender una acción de Gobierno con un contenido más social, más equitativo y más justo, donde la economía social sustituya el modelo macroeconómico actual, que ha puesto a España en la cúspide mundial del incremento de las desigualdades sociales. Son valores que en el príncipe y en la princesa están bien arraigados y que, por eso, están en condiciones de aportar a la reconstrucción política e institucional del país, y también para oír con más fuerza las demandas sociales y tal vez acallar un poco los requerimientos egoístas de los núcleos del poder económico actual. No olvidemos que el futuro de la monarquía está también en juego. En resumen, lo que hace unos días parecía un cambio circunstancial hoy es ya un cambio real, y esta vez con mayúscula.