El orgullo gay

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

10 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un año más la fiesta del orgullo gay ha sido un éxito de reivindicación de libertad sexual, de solidaridad y de salud económica. En tiempos de cruda crisis, comencemos por la economía. La fiesta deja en Madrid 110 millones de euros, que alivian las arcas de, principalmente, hoteles y restaurantes. Un millón de personas, según los convocantes que, en estos casos, nunca suelen quedarse cortos en sus cifras, asistió a la manifestación estatal del orgullo LGTB -lesbianas, gays, transexuales y bisexuales- del 2014. Treinta carrozas recorrieron Madrid desde la ronda de Atocha hasta la plaza de Colón. Esta fiesta, creada en su día para reivindicar los derechos de homosexuales -hombres y mujeres-, transexuales -el colectivo todavía ahora más oprimido: por ejemplo, ¿cuántos transexuales adolescentes siguen viviendo auténticos infiernos?- y bisexuales, hoy es más reivindicativa que nunca. La fiesta del orgullo gay quiere dar voz a todos los homosexuales, transexuales y bisexuales oprimidos del mundo. Como ha recordado Boti G. Rodrigo, presidenta de FELGTB, en 80 países ser lesbiana, gay, transexual o bisexual tiene pena de cárcel. En 10 países la pena es de muerte. La neurociencia ya defiende que la orientación sexual -sea heterosexual, homosexual o transexual- nos viene marcada desde nuestra vida uterina. La homofobia -o la heterofobia, que también la hay- es propia de sujetos afectados de un grave subdesarrollo cerebral. También dicen los psicólogos que, a mayor grado de homofobia, más deseo reprimido de ejercer la homosexualidad.