Esto no es un espectáculo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

29 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de la indignación, llegan los gestos. Los abrió Esperanza Aguirre, con un discurso muy suyo, muy popular por no decir populista, pero interesante: ya que los corruptos se colaron tanto en su Gobierno y en su partido, pidió perdón y subrayó con buena oratoria lo hartos que estamos los españoles. Después, Tomás Gómez, jefe regional del PSOE en Madrid, compareció para expresar la decepción que le había producido su sucesor en el ayuntamiento de Parla, y parecía que iba a romper a llorar, pero no le salió la lágrima oportuna. Y por último, don Mariano Rajoy siguió el librillo de Aguirre y repitió su discurso en la parte que se refiere al perdón y al hartazgo. Algo es algo. Nuestros dirigentes han captado, por fin, la soberana irritación de la sociedad.

El peligro viene ahora, y ese peligro se llama como siempre se ha llamado en este país: electoralismo y espectáculo. Eso sí, debidamente precedidos por el acreditado recurso al «y tú más», que nunca debe faltar en un buen discurso sobre imputaciones de corrupción. Como la operación Púnica salpica gravemente al PP, este partido acusó al PSOE de preocuparse de la corrupción de «Despeñaperros parriba», en alusión directa a los ERE de Andalucía, y como si se pudiera hacer una distribución territorial del mangoneo. Y tú más, en su última versión.

Y después, lo que entienden como cerco. Ya se han cursado las debidas peticiones para que Rajoy comparezca en un pleno extraordinario del Congreso. Si accede a esa petición, justificada porque estos escándalos no se puede hurtar al debate de la Cámara, el señor presidente sería debidamente vapuleado por todos los grupos parlamentarios, Amaiur incluido. Si no accede, sería vapuleado por negarse a dar las explicaciones que merecen los representantes de la soberanía nacional. Al mismo tiempo, el PSOE rompe las conversaciones para lograr un pacto, presenta sus propias medidas, y lo hace todo en nombre de la ética, porque, claro, no va a pactar con el partido de la corrupción. Electoralismo al canto, que hay que aprovechar estas oportunidades, no sea que las rentabilice Podemos.

Es decir, lo de siempre. Los mismos pecados. Los mismos vicios. El mismo aprovechamiento. El mismo partidismo oportunista, y la misma falta de grandeza. Lo llevan en su ADN. Y hay que decírselo claramente a todos, y seguramente también a las tertulias televisivas que sirven de altavoz al pensamiento de los partidos: señores, esto que lleva mucho tiempo ocurriendo en nuestra vida pública, es algo muy grave que no se puede reducir ni a un espectáculo ni a una cosecha oportunista de votos. Y, si lo entienden así, puede ocurrir que cuando lleguen las urnas no tengan ningún voto que cosechar.