El plebiscito del drama griego

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

17 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tanto hablar de las elecciones plebiscitarias en Cataluña, y el domingo 25 tenemos un plebiscito en Grecia. Un plebiscito para escribir otro capítulo del drama griego, que no del dracma griego (que, como la peseta, ya no existe). Es un plebiscito porque el voto solo tiene dos salidas: la ruptura que propone Syriza de Alexis Tsipras o la continuidad del maridaje entre conservadores y socialistas (que se pusieron en manos de la UE para lograr una escasas décimas de crecimiento y toneladas de sufrimiento). Todo pinta a que Alexis Tsipras será el nuevo presidente. Será el que reciba ese sí plebiscitario. O sea, el nuevo interlocutor de la UE y del FMI. Alexis, excomunista, dejó con habilidad y populismo en ruinas al bipartidismo de su país (él sería Podemos en la lectura que hace Pablo Iglesias; y Grecia, el prólogo de lo que viviremos en España a final de año). Dejó con un mensaje fácil en los huesos a los dos elefantes y apostó por ser el cauce del torrente de cabreo que se multiplicaba un día sí y otro también, con los recortes. Cuando desde Bruselas solo se dice que hay que subir los impuestos a los medicamentos y bajar las pensiones, por ejemplo, como sucedió en Atenas, es muy sencillo convertirse en apóstol de ese martirio. Parece que ya no hay siglas. Que solo van a quedar en Europa dos frentes (qué miedo da escribir la palabra frente). Los que creen que la austeridad es injusta e ineficaz, pero inevitable. Y los que creen que la austeridad solo es un austericidio, sin salida. Alexis Tsipras defiende lo suyo. Es el rupturista para los que están hartos y confían en que sus promesas pueden tener algo de verdad. Grecia escribirá el primer capítulo de un drama que continuará por la castigada Europa del sur. Pero ¿romper con todo es la salida o el borde un acantilado?