Pereza

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

13 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Qué pereza. Llega la hora de que los políticos se presenten ante los ciudadanos para rendir cuentas y hacer propuestas. Su gran final, el mejor momento, se diría, en la vida de un representante público. Pero es justamente ahora cuando la gente más lejos quiere verlos. Que vengan con sus monsergas, su catálogo de promesas renovadas y la retahíla de reproches por lo que otros no hicieron y tampoco ellos cuando tuvieron ocasión de hacerlo. El desapego y el descrédito de quienes se dedican a la política ha llegado a tal punto que muchas personas ni siquiera quieren verlos delante para pedirles cuentas.

¿Que no generalicemos? Vale, intentémoslo. Aunque no resulta fácil: esas nuevas formaciones que se presentaban como resultado de una catarsis colectiva tampoco invitan al optimismo. Unas porque no logran evitar reproducir los tics de las viejas formaciones a las que denuestan. Otras porque lo que se anunciaba como una higiénica marea viva corre el peligro de quedarse en anecdótica marejadilla. Pero en la carrera del descrédito no tienen todos la misma cuota, al menos no de momento. Lo ilustraban ayer con el habitual acierto Pinto & Chinto: los ventiladores que PP y PSOE ponen a funcionar a tope para remover la basura ajena están accionando los molinos que llenan los graneros de partidos hasta ahora outsiders.

En este desolador panorama aun hay algo peor. Algunos se empeñan en culpar de sus males a quienes lo constatan, reproduciendo esquemas que parecían pervivir solo en Corea del Norte. Y aún más: si había la esperanza de que las nuevas corrientes pudiesen servir, al menos, para corregir los modos de los viejos dinosaurios parece que podemos ir desengañándonos.