Hasta aquí hemos llegado

OPINIÓN

28 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En los idiomas existen expresiones de uso corriente que tienen distinto significado según el contexto de la conversación e incluso del tono en que se emplean. Sin realizar innecesarias exhibiciones lingüísticas, se comprueba en el nuestro «ti deixa que xa». Es lo que sucede con el «hasta aquí hemos llegado». Puede referirse al éxito en una escalada, una promoción social, una marca que vale como testimonio de lo alcanzado y punto de partida para nuevas empresas o, sencillamente, el dato cronológico con que uno se apresta a comenzar un nuevo año. La empleó Rajoy antes de responder a la agresión verbal de Sánchez en el debate celebrado. Una exclamación que, más allá del acaloramiento de aquella circunstancia, ha sido esgrimida con innegable claridad por los secesionistas catalanes y como un dogma laico por Podemos y joint ventures para certificar la caducidad de la Constitución y de sus instituciones y anunciar los referentes de una nueva sociedad. Los resultados electorales han dado impulso a esa ambición, de la que han comenzado a atisbarse muestras donde sus impulsores han llegado a gobernar. Con independencia de que el PP consiga formar un Gobierno y con mayor razón si Podemos y aliados condicionan otro, el 20D supone una línea divisoria en el continuo hasta ahora vivido.

El «hasta aquí hemos llegado» explica el bajón de votos del PP, que le ha dejado en una posición de mendicante. Partía de una mayoría absoluta que se ha malgastado. Fue posible porque votantes anteriores del PSOE en dos elecciones lo hicieron a favor del PP. Aquel cambio no se debió a disconformidad con la legislación promovida por Zapatero sobre aborto, matrimonio o educación, ni tampoco al deslumbramiento del liderazgo carismático de Rajoy. Fue claramente un rechazo por la situación económica provocada por una crisis, negada primero, y penosamente afrontada después. Ese era el reto determinante al que Rajoy ha hecho frente, con reconocimiento internacional, en lo que fio el éxito electoral. Para su sorpresa, no ha sido suficiente. No ha sido la defección de los británicos hacia Churchill después de la guerra; se parece más a la de los alemanes hacia el canciller Brüning por su solo empeño en reducir drásticamente la deuda de Alemania que propició un ambiente social en el que se incubó el populismo sobre cuya marea se subió Hitler, aquí alimentado por los aireados casos de corrupción, que explica también el voto regeneracionista a Ciudadanos.

Motivo de reflexión es el «hasta aquí hemos llegado» de quienes han votado a favor del PP el 20D, a pesar de incumplimientos de su programa, de la menospreciante seguridad de que no podían fallar, de la prepotencia de sus altos dirigentes. La responsabilidad no se reduce a Rajoy, condicionado por el partido en política interior. No se puede caminar tras un tambor antiguo. Tampoco de uno que parece nuevo y está remendado de rencor y revancha. Se precisa algún tiempo para un cambio que no sirva al oportunismo.