Que se pongan de acuerdo

OPINIÓN

04 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

De las elecciones del 20D puede concluirse que los ciudadanos, al no otorgar a ningún partido una mayoría clara para formar gobierno, han dicho a los contendientes que se pongan de acuerdo ante una situación inédita, que para unos marca el agotamiento del actual régimen constitucional y como mínimo puede entenderse como el final de un ciclo. El rey, que no tiene las competencias del presidente de la República de 1931, ha de limitarse a proponer como candidato a la presidencia del Gobierno a Rajoy como representante del partido más votado, que ha manifestado su voluntad de aspirar a ella. Pero, por primera vez, no es seguro que el más votado sea presidente del Gobierno. Tal como están las cosas, las variantes realmente posibles serían un Gobierno presidido por Rajoy, otro por Sánchez o disolución de las Cortes y nuevas elecciones.

Para la primera opción es indispensable la abstención de los socialistas, que, unida a la comprometida por Ciudadanos, permitiría una mayoría suficiente en segunda votación. Para hacerla teóricamente viable el candidato deberá presentar un programa que, en sus propias palabras, consiga un «amplio apoyo parlamentario». Sería la oportunidad para que el PP incluyese medidas de regeneración constitucional, que no propuso durante su tecnocrática mayoría absoluta. Puede ocurrir también que parezcan insuficientes. El voto en contra del PSOE dejaría abierta la puerta para la segunda opción o a unas nuevas elecciones si el PSOE renunciase a ella al comprobar que no tiene posibilidad de intentarla. Excelente solución para Rajoy y no sé si mala para el cuestionado liderazgo de Pedro Sánchez.

La opción en la que el líder socialista parece obstinado no cuenta con suficientes votos si Podemos mantiene su propuesta de un referendo para decidir sobre la desconexión de Cataluña y aquel, su comprometido rechazo. Esa línea roja podría proporcionarle una salida airosa después de la satisfacción de haberse despachado en la dura investidura que espera a Rajoy. Continuar con su pretensión de aspirar a la presidencia conseguiría, sorprendentemente, prolongar incluso el Gobierno en funciones de Rajoy durante casi medio año hasta las nuevas elecciones. Los Presupuestos están aprobados, las reformas de la Constitución no podrían hacerse sin el consentimiento del PP y para enfrentarse al desafío independentista el acuerdo está garantizado. Ese tiempo podría aprovecharse para recomponer los partidos y el cambio que reclama el fin del ciclo. Pero podría ocurrir que la ostentosa línea Maginot no fuese obstáculo insalvable para que el comprobado camaleonismo de Iglesias y el pragmatismo de sus acompañantes contribuyesen a satisfacer la pretensión de Sánchez. En ambos casos, Podemos y Cía resulta necesario para hacer posible o imposible un Gobierno del PSOE, con independencia de los votos nacionalistas. Se ha erigido en árbitro. Una realidad que no puede dejar de reconocerse.