Leer el último Semprún ante esta Europa

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

24 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Coincide en el tiempo el último atentado en el centro de Europa y la lectura del último libro de Jorge Semprún, en el que se puede vivir el duro ejercicio para sobrevivir de quienes desde los campos de concentración, de la guerra, la tortura y la resistencia vencieron al nazismo que destruyó Europa.

El martes se activó una vez más la amenaza terrorista del Estado Islámico en Bruselas, ejecutada antes en París y en Londres, Madrid, Noruega o Nueva York. Antes son las guerras del Golfo, con la invasión de Irak, y la sombra siempre alargada de la monarquía saudí y su islamismo suní enfrentado al islamismo chií, palos ambos de una misma religión. Entreverado con ello fueron las primaveras árabes, desde Túnez a Egipto y Siria, y las consecuencias posteriores de golpes de Estado, guerras civiles, destrucción del Estado libio, inestabilidad en el Sahel, y un continuo avance de los terroristas del EI en esos países y en su estrategia de captación y penetración en las comunidades migrantes en Europa.

La crisis de los refugiados, las crisis de Oriente Próximo, el avance de los populismos en Europa teñidos siempre de contenidos derechistas y xenófobos y promovidos por esa confluencia entre la crisis económica y financiera, la sombra pos-soviética de Europa del Este y los Balcanes y sus guerras genocidas, las amenazas y atentados yihadistas, y el siempre mal resuelto tema de las migraciones con un deficiente desarrollo de la integración social, nos acercan a la crisis europea de los años treinta, nos sitúan en la actual desolación de Europa.

Algunos se equivocan arriando la bandera de la Europa que tantos hemos querido construir, entregándola en manos de quienes nunca desearon la libertad y hoy gobiernan países de Europa o avanzan en votos en otros. Alimentando otra vez todo aquello que los hombres y mujeres que derrotaron a los nazis desde sus ideales de libertad, sus torturas o su muerte desearon que desapareciese para siempre.

Semprún, como Jean Moulin, como Henri Fraser, como otros tantos por millones, supieron que la tortura -la abominable soledad del sufrimiento- y el silencio, soportaban la libertad. Entendieron que era una experiencia de fraternidad. Una experiencia que les enseñó que nunca será la víctima, por grande que haya sido el sufrimiento, quien no encuentre el sitio en el mundo, sino el verdugo. Los verdugos. Porque en estos días de dolor y sufrimiento por los atentados terroristas, que se une al sufrimiento por los refugiados -mantengan siempre en su recuerdo el mapa de sus rutas de huida- que escapan de la guerra, la tortura y el dolor, debemos recordar que las batallas perdidas no siempre son inútiles. Porque sucedió una vez, cuenta Semprún: los supervivientes de Europa, andrajosos y famélicos, tambaleantes, deportados en Buchenwald, lograron salir con sus armas hasta entonces ocultas, camino de Weimar, con la libertad y la dignidad recobrada. Construyendo Europa, hoy herida y dolida, también por nosotros.