Qué dejan cuatro meses en funciones

OPINIÓN

25 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A  pocos días de que se despeje si hay nuevas elecciones qué nos dejan estos más de cuatro meses de interinidad, inédita por lo prolongada, tanto del gobierno como de los diputados y senadores. Convendría sacar algunas conclusiones para un futuro incierto. Una primera es que el pacto, en cuya necesidad tanto se ha insistido, y seguirá siéndolo, no puede conseguirse sumando contradicciones fundamentales. En eso han sido claros el PP y Podemos desde el principio. Tampoco cuando, existiendo una base que lo haría coherente, se impide el pacto con un  no  al PP, sea rotundo como  el del PSOE o indirecto como el de Ciudadanos, que demandaba la adhesión de aquel y la cabeza de Rajoy.   

Lo insólito de la situación de estos meses ha permitido comprobar el funcionamiento de las instituciones. La actuación del Rey ha confirmado a la Monarquía parlamentaria prevista en la Constitución. No puede interferir en la formación de gobierno, como su bisabuelo o el Presidente de la República. Pero puede ejercer la más alta representación del Estado en las relaciones internacionales. En ese sentido no juzgo positivo que se hayan cancelado viajes, alguno tan propio de la Corona, como al Reino Unido. No solo el Gobierno, también el Congreso y no digamos el Senado, están en funciones. No  tienen sentido las proposiciones de ley que se han presentado. La Cámara se ha convertido en un reclamo electoral y publicitario que apenas justifica las retribuciones de los diputados.  

Este período ha sido útil para conocer mejor a los actores en el escenario político. Sus comportamientos han ido dirigidos a  no ser considerados culpables de no evitar unas elecciones que declaran no querer. Rajoy no las descartó desde el principio. Podemos se está preparando para sumar sus votos con los de IU y mantener los confederados para  rebasar al PSOE y constituirse en uno de los dos polos de referencia electoral. Sabe a dónde va. Es más difícil saber a dónde irá el PSOE con sus apoyos a quien va a ser su rival más directo. Lo de Ciudadanos sería paradójico si no se percibiese una clara intencionalidad electoral. Su líder ha procurado y conseguido una positiva imagen, de centro y afable, de cruzado contra la corrupción. En ella se basa para desacreditar a Rajoy, aunque haya tenido que aceptar renuncias de sus miembros por conductas inadecuadas. La hostilidad mantenida respecto del todavía Presidente del gobierno parece que tiene algo personal e interesado. No contaba con la declinación de Rajoy; esperaba su suicidio político. Con artes viejos del oficio le ha achacado, nada menos, de haber desairado al Rey. Calificarlo en un tuit como «Rajao» rebaja la imagen autoconstruida de procurar solo el interés general. La última muestra de su desinterés personal ha sido proponer la presidencia de un independiente. Si no es diputado recuerda la solución Armada y si lo es dónde está la independencia. Esos meses han dejado datos a los ciudadanos para reflexionar el voto.