Galicia, amenazada por el oportunismo

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

03 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días, Núñez Feijoo respondió a una interpelación parlamentaria afirmando que él no era «parvo». Un calificativo muy utilizado en la Galicia del sur y que a mí siempre me resultó muy expresivo y musical. Hace bien en pensarlo así, más ahora que puede estar amenazado por determinadas decisiones. Por un lado, el aparente cambio de prioridad para el AVE gallego, que sería sustituido por el eje mediterráneo de alta velocidad y la Y vasca, tal vez como precio a pagar por determinadas fidelidades o apoyos. La otra, la negativa a transferir la autopista del Atlántico, cuando -si no me equivoco- no ha habido ningún problema para preparar la transferencia de la autopista de peaje de Sevilla-Cádiz, construida en los mismos años que la nuestra y por el mismo procedimiento. Cuando se proyectaron se pensó en aportar una infraestructura de soporte vertebrador a dos grandes áreas industriales periféricas, aunque ahora nos digan que es un tramo internacional.

Pero hay un tercer tema más preocupante aún. Me refiero a la inversión pública del Estado en Galicia. El presidente gallego siempre se esforzó en dar la imagen de que la Xunta de Galicia cumplía correctamente con sus obligaciones presupuestarias, siendo ejemplo en el ajuste y asegurando el cumplimiento del déficit. Un esfuerzo estratégico que sin duda supuso un coste adicional comparativo para los gallegos, empezando por las rebajas a los funcionarios y terminando por determinadas prestaciones sociales. Otras autonomías se instalaron en el despilfarro y el desgobierno, incumplieron sobradamente el déficit, provocaron que el Estado no cumpliera lo estipulado y acometieron todo tipo de tropelías en el gasto que ahora debemos pagar todos. Resulta, además, que, por pactos políticos, estamos a punto de ver cómo a esas autonomías se les amplían sus privilegios y se multiplica la inversión, asumiendo las deudas pendientes si necesario fuera. Lógicamente, actuaciones como estas no avalan la eficiencia del modelo de gestión gallego, sino todo lo contrario: valoran solamente el oportunismo político. Así es imposible racionalizar el gasto y construir un Estado solidario. Deseo, como todos los gallegos, que a nuestro presidente no le pongan cara de parvo. Estoy seguro de que no lo permitirá.