Anda la cucaracha en baile de gallina

María Xosé Porteiro
mARÍA XOSÉ pORTEIRO HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

04 ago 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

Venezuela parece la Playstation de la política española, donde se juega lo que no nos atrevemos a dilucidar aquí, que para algo somos europeos -hijosdalgos de ancestros descubridores- y no nos manchamos los pies en arenas procelosas cuando se trata de elegir entre la bolsa o la vida. 

Cada detalle de aquella terrible situación se nos cuenta al minuto siguiente, opinado y retocado en función del público objetivo que se procure... Pero lo que se mueve de verdad no lo sabremos hasta que pasen unos cuantos años, como en casi todo lo que tiene que ver con los grandes acontecimientos políticos que han jalonado la historia de América.

Lo que está pasando en Venezuela no se parece a nada. Si la isla de los Castro hubiera tenido los mismos recursos naturales y riqueza latente que los que tienen a su disposición Maduro y su cuadrilla, la historia del siglo XX habría sido otra. Tampoco tiene que ver con la intervención ya reconocida de la CIA para evitar el contagio de la «peligrosa» socialdemocracia chilena en el Cono Sur. Y mucho menos comparación tiene con Portugal, donde están consiguiendo demostrar -devagarinho- que la izquierda no tiene rabos ni cuernos, e incluso que podría ser una opción posible, viable, e incluso necesaria, para contrarrestar los abusos del capitalismo rampante que asola Europa.

Venezuela tiene su propio relato, sus propios antecedentes históricos y sus errores particulares que no están en uno solo de los lados enfrentados. Porque cada país y cada momento histórico tienen su texto, su contexto y su pretexto. En este caso, España podría aportar serenidad e interlocución para todas las partes en conflicto, lo cual no es, precisamente, lo que está ocurriendo, con proliferación de ruido y consignas que solo consiguen aumentar la confusión.

Deberíamos esforzarnos en promover y contribuir al diálogo por y para la paz frente a cualquier aproximación a la exaltación del guerracivilismo, que sería imperdonable desde este país donde sabemos muy bien como acaban estas cosas. En todo caso, deberíamos hacer aquello para lo que sirvamos y se nos demande, en vez de andar como cucaracha en baile de gallina, como dicen por allá cuando se refieren a alguien que se pone fuera de lugar. Si bien no es menos cierto que no es fácil recomendar paciencia y mano templada ante los insultos permanentes que salen del palacio presidencial y el poco éxito que obtiene la llamada al diálogo de Rodríguez Zapatero.

Todo ello, suponiendo que lo que mueve tanta exaltación en el vocerío político-mediático no sea la mera preocupación por los intereses económicos en el otro lado del charco de Iberia, Amper, Telefónica, IAG, BBVA, Mapfre o Repsol, más que la paz y la prosperidad de un pueblo hermano y de un país tan relevante en nuestro espacio histórico y cultural. Que todo puede ser.