Deuda infantil a beneficio de inventario

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EL SÍNDROME G

OPINIÓN

27 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Al parecer cada uno de mis hijos debe unos 25.000 euros por la parte que le toca de la deuda pública española, incluida la pequeña. Pobriña. Si ni siquiera pueden equivocarse al votar, como hacemos los adultos. Claro que al que ya peina canas a lo mejor no le importa que este reino se endeude más a otros 50 años vista. Quien venga detrás, que arree. Vayan a un parque infantil. 

Cada niño que vean por allí, desde el que gatea hasta el que se lanza por el tobogán, también deberá otros 25.000 euros por cabeza. Acabamos de saber que la deuda española supera ya el 100 % del PIB patrio. O sea, que un matrimonio con dos criaturas debe ahora cerca de 100.000 euros. «No pasa nada», dirán los economistas de guardia, tipo el inefable Domingo Cavallo, el del corralito argentino. Otro crac. Estos dirán que en realidad la deuda se está renegociando a diario. Pedimos prestado para poder pagar lo que antes nos habían prestado. Simple. Luego emites más moneda, ésta pierde valor, y así engañas a los prestamistas. Ya. Ya sabemos cómo termina ese truco de trileros. Pero si encima no tienes imprenta propia de billetes -como nos sucede a los del euro- ni ese espejismo será probable. No podemos seguir endeudándonos más. No podemos ni debemos.

Es una locura. No somos Japón, ni siquiera Italia, y no queremos llegar a las penalidades de Portugal o Grecia. Con este ritmo de endeudamiento estamos esclavizando a nuestros hijos. Tal vez quien no sea progenitor aplauda esta política, pero los socios de cualquier ANPA tendrían que tratar algún día qué les están cargando a sus hijos para cuando sean adultos.

Si creemos en los ciclos económicos, y la experiencia desde luego acredita esa creencia, no podemos pensar que como nos prestan a un interés muy bajo -bendito seas, Draghi- pues dale pa´lante. Arrancar en una nueva crisis con semejante endeudamiento nos llevará a las puertas de otra revolución pendiente. Tal vez eso sea lo que quieran algunos, para acabar de una vez con la propiedad privada, con la familia heteropatriarcal y hasta con la ley de la gravedad, e instaurar un paraíso jemer o norcoreano donde el hermano número 1 sea más igual que el número 2 y los sucesivos.

Pero si la propiedad es un robo, que diría el patrón de las CUP, entre meros ladrones y despiadados lunáticos la elección vital es simple. «Vaca de moitos, ben muxida e mal mantida». Si sometemos a referendo emitir más deuda para gasto corriente o amortizar la emitida, ¿qué creen que ganará por abrumadora mayoría? Igual que si votamos sobre si estamos a favor de morirnos de viejos o vivir mozos por siempre.

Endeudémonos, endeudémonos. Lo malo de esto es que los niños del parque, los que no pueden votar, a poco que crezcan votarán con los pies y huirán, para no tener que asumir esa gravosa herencia. Entonces, los que no puedan correr sufrirán a la griega lo que no está escrito. Aunque no se preocupen, hay miles de agradadores economistas que les dirán lo que quieran oír.

Acabamos de saber que la deuda española supera ya el 100 % del PIB patrio. O sea, que un matrimonio con dos criaturas debe ahora cerca de 100.000 euros. «No pasa nada», dirán los economistas de guardia