Con ocasión del 25 aniversario de la creación de la Pontificia Academia de la Vida, el órgano vaticano encargado de las cuestiones bioéticas, el papa Francisco se pregunta en un texto hecho público este martes cómo es posible que, en el mismo momento de la historia del mundo en que los recursos económicos y tecnológicos disponibles nos permitirían cuidar suficientemente de la casa común y de la familia humana, sean precisamente esos recursos económicos y tecnológicos los que provoquen nuestras divisiones más agresivas y nuestras peores pesadillas.
El pontífice argentino tiene clara la respuesta: «El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños, sin tener en cuenta la belleza de la vida compartida y la habitabilidad de la casa común». Francisco reivindica una bioética global, una nueva perspectiva ética universal, un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos. La fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad.
También se cuestiona si las comunidades eclesiales hoy en día tienen una visión y dan un testimonio que esté a la altura de esta emergencia de la época presente, si están seriamente enfocadas en la pasión y la alegría de transmitir el amor de Dios por la vida de todos sus hijos o si, por el contrario, se pierden todavía demasiado en sus problemas y en ajustes tímidos.
En fin, un texto breve que da para pensar mucho.