No me parece aceptable

OPINIÓN

06 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Vaya por delante que para mí el sufrimiento es algo inefable, una realidad tan compleja y profunda que, ante ella, solo cabe una actitud de solidaridad humilde y respetuosa. Hablar de las situaciones en las que se está produciendo un gran sufrimiento, por eso mismo, debe hacerse siempre con finura, con rigor y sin demagogia. De ahí que esté sobrecogido y triste por la instrumentalización que, a mi entender, se está haciendo del suicidio asistido de doña María José Carrasco.

Ella y su marido podían haber escogido cualquier fecha. Sin embargo, decidieron ejecutar su decisión a las puertas de una de las elecciones más reñidas y complicadas de nuestra historia. ¿Casualidad? Por cómo se están desarrollando los hechos, no me lo creo. Porque cuando alguien realiza un acto de amor puro y sincero, se lo guarda para sí. Porque cuando a uno se le muere la compañera de toda una vida, no tiene más fuerzas ni más deseos que llorar en la intimidad del hogar, abrazando la almohada en la que hasta hace poco ella reposaba su cabeza, aspirando su olor y sintiéndola todavía presente y cercana. No me gustan las manipulaciones emotivistas ni las instrumentalizaciones políticas del dolor.

Por otra parte, lo he dicho más veces y todavía nadie me ha resuelto la contradicción, mientras la Organización Mundial de la Salud señala al suicidio como un grave problema de salud pública y anima a implementar una estrategia multisectorial e integral mundial que resulte eficaz para evitar los más de 800.000 suicidios que se producen cada año en el mundo, queremos legalizar el suicidio médicamente asistido y la eutanasia. En todos los casos de suicido hay mucho sufrimiento por el medio. ¿Por qué unos nos parecen aceptables y otros no?