Los tres últimos tuits publicados por Alfredo Pérez Rubalcaba eran mensajes luctuosos. Lamentaba el histórico dirigente socialista la muerte de dos políticos, el expresidente asturiano Tini Álvarez Areces y la exministra Carmen Alborch, y el actor Álvaro de Luna. Ahora le ha tocado a él, figura fundamental en el juego de tronos patrio y forjador de pactos y mayorías en el primer mandato de Zapatero, ser destinatario de tributos y homenajes en platós y redes.
Candidato a la presidencia del Gobierno en el peor momento posible, el 2011, Rubalcaba fue retratado ante la opinión pública como un maestro de la tramoya política, capaz de navegar con acierto entre todas las capas de gris que conforman la paleta cromática de las luchas de poder.
Rubalcaba, que fue idolatrado por los suyos y denostado por sus rivales, supo retirarse a tiempo. En su larga trayectoria hay errores, aciertos y tres eses: seriedad, sensatez y sentido de Estado (el que demostró en situaciones tan delicadas como el 15M). Nunca las encontraremos en esos nuevos fichajes políticos que aspiran a lograr presidencias solo con mercadotecnia y discursos gaseosos.
Algunos hablan como futbolistas. Nunca dicen nada. Si acaso, repiten argumentos de argumentarios.. Otros, como la pretendiente del PP a la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (ayer protagonizó una nueva controversia con declaraciones sobre el orgullo gay), son pirómanos de la palabra, candidatos a lo Sálvame y eternos aspirantes a trending topic, cuando dicen algo, sube el pan.