El coche fantástico

Manel Loureiro
Manel Loureiro PRODIGIOS COTIDIANOS

OPINIÓN

17 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Acostumbrados como estamos, sobre todo en las ciudades, a vivir en una ensalada permanente de ruido, la llegada de los coches eléctricos, silenciosos como caimanes en una ciénaga, parecía una bendición. Se acababan así los acelerones ruidosos, los roncos diésel de los camiones de reparto a horas intempestivas y el petardeo inmisericorde de las motos rectificadas. Parecía que íbamos a entrar en un modelo nuevo de convivencia entre peatones y vehículos y, desde luego, una considerable mejora de nuestra salud al desaparecer la contaminación acústica.

Pero resulta que no. A partir del 1 de julio del 2021 será obligatorio que todos los coches eléctricos emitan algún tipo de ruido para evitar accidentes con peatones despistados. Como los motores eléctricos no son especialmente ruidosos la solución es, atentos a la ocurrencia, incorporar altavoces en los vehículos que imiten de alguna manera el sonido de un motor. Les juro que estoy hablando en serio y pueden consultar la hemeroteca para comprobarlo. Tanto alucinar con KITT, aquel deportivo negro parlanchín de los años ochenta, y la realidad nos adelanta por la derecha, dejándonos con cara de tontos.

Obviando el hecho de que la norma parece una ocurrencia de un noticiero de broma, lo más curioso del asunto es que la normativa europea de marras no establece cómo ha de ser ese sonido, sino solo su intensidad, entre 56 y 75 decibelios, que es un nivel parecido a un atasco. Ya que nos lanzamos a la piscina, que sea a lo grande, parecen haber pensado los padres de la iniciativa. Lo divertido del asunto es que cada fabricante podrá poner a sus vehículos el sonido que le parezca. Imagínense la competencia que se abrirá y el nivel de fantasía disparado de las marcas. Pequeños utilitarios rugiendo como deportivos de alta cilindrada, para satisfacer a los quiero-y-no-puedo, coches de alta gama con sonidos futuristas sacados de Blade Runner y un arsenal completo de silbidos, zumbidos, gorjeos y demás sonidos. Vamos, que un atasco va a sonar como una orquesta filarmónica ensayando de resaca.

Y la cosa puede ser aún peor. Puede que no tarden en aparecer personalizaciones de sonidos, como si fueran politonos de móvil, para transformar tu experiencia al volante en algo único y exclusivo. Es más, podrás ponerle un sonido distinto a tu vehículo según el humor con el que te levantes ese día. Que estás de buen humor, pachanga sabrosona. Que tienes un día homicida, el Carmina Burana a todo trapo y al diablo. Seguro que piensan que exagero, pero mediten en toda esa gente que va por la calle escuchando su música sin cascos y a todo volumen, sujetando el móvil ante ellos como una bandera. Esos serán los propietarios de los vehículos del mañana, así que pocas bromas con el tema.

Lo grave será cuando a alguna avispada agencia de publicidad se le ocurra alquilar el altavoz de los vehículos para que miles de conductores vayan disparando anuncios mientras circulan, convirtiendo la sencilla megafonía del camión del tapicero en un agradable recuerdo de un tiempo mejor.

Suena peliagudo, lo sé. Pero puede ser aún peor, porque como ese modelo de publicidad triunfe a ver quién es el guapo que se queda a vivir en un casco urbano durante una campaña electoral. El futuro era esto, al parecer.