Tsunami democrático, la perfecta cortina de humo
OPINIÓN
Una cortina de humo es, por definición, un conjunto de hechos con los que se pretende ocultar la realidad y desviar la atención de la gente. El Tsunami Democràtic lo es como respuesta del independentismo catalán a la sentencia del Tribunal Supremo que condena por graves delitos a los autores principales del desafío contra el Estado, con intención de romper el orden constitucional español de forma antidemocrática.
Los más prestigiosos indicadores a nivel internacional confirman que España es una democracia homologable a las más modernas del mundo occidental, superando algunos de los indicadores con una nota sobresaliente. La sentencia culmina un juicio desarrollado con total transparencia y dirigido con rigor y con las máximas garantías procesales para los acusados. Hechos que confirman y avalan los indicadores antes citados. Es decir, que la democracia y el Estado de derecho españoles son la mejor garantía de defensa frente a cualquier desafío nacionalista que pretenda imponer un régimen totalitario, como así se descubrió con las famosas «leyes de desconexión» que fueron impuestas y aprobadas por el Parlamento de Cataluña.
Pero la sentencia también es la gran losa que sella el enterramiento del procés y deja en evidencia y desautorizada la imagen buenista de proceso pacífico y democrático para intentar convencer a la comunidad internacional. Y ellos lo sabían, y ya se estaban preparando para responder. Lo hacen siempre. Primero se anticipan y se organizan para que después parezca espontáneo y ciudadano.
El Tsunami Democràtic no es más que una mutación necesaria para seguir movilizando a la ciudadanía que mayoritariamente se manifiesta pacífica y casi festiva mente. pero ahora acompañados del radicalismo más despreciable y violento. Todo para intentar emular un Hong Kong, no tanto para sensibilizar a la comunidad internacional, que también, sino y, sobre todo, para tapar frente a ella la gravedad de los delitos y las condenas de la sentencia. Una decisión judicial que confirma que los políticos condenados y los pendientes de juicio fueron del todo irresponsables, que el proceso fue violento y delictivo y que pone en la picota a todo aquel que no quiera reconocerlo.
Una eficaz cortina de humo para encubrir y continuar sin reconocer el fracaso del proceso secesionista, el engaño y la falta de voluntad de volver a la realidad para comenzar de una vez a reparar la enorme fractura social y empezar a mirar al futuro.