Las islas del estaño: ¿minería en Galicia?

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

Minas de wolframio en monte Neme, entre Carballo y Malpica de Bergantiños.
Minas de wolframio en monte Neme, entre Carballo y Malpica de Bergantiños. CARLOS FERNANDEZ SOUSA

06 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las explotaciones del wólfram, entre los años 20 y 80 del pasado siglo, son la gran actividad minera de Galicia, de fuerte incidencia en la economía, y parte de una épica minera con amplia repercusión social. No son pocos los estudios realizados sobre la economía y la minería del wólfram, también los de historia de esa época e incluso la presencia en obras literarias, y, a pesar de ello y de los esfuerzos de Isaac Díaz Pardo, la minería tiene mucho de desconocido para la sociedad gallega.

Releo al ilustrado Cornide reivindicando las islas gallegas como las islas del estaño, aquellas Casitérides de griegos y fenicios. Un estaño primigenio en minería que con el avance de las tecnologías nos ha derivado en sus yacimientos a metales como el tungsteno o wolframio, y más recientemente el tantalio y el niobio que dan el apreciado coltán. Un estaño que nutrió, desde las tierras de Monterrei y O Corpiño, al gremio de los picheleiros, hasta el extremo de convertirse estos en hipocorístico de los santiagueses. Y donde A Penouta, San Fins, Varilongo, O Fontao, As Sombras, son lugares de minería y memoria. Por más que según el Instituto Galego de Estadística no se haya extraído, en la minería de metales, ni una tonelada en el año 2013.

No es la minería una actividad económica fácil de comprender, ni son las empresas mineras empresas al uso en su nacimiento, promoción y desarrollo. Y no de ahora mismo. En la estadística minera de España de hace cien años nos encontramos con este diagnóstico para el Distrito Minero de Ourense y Pontevedra, del entonces su ingeniero jefe: «Si el presente de la minería en este distrito es tan poco halagüeño, ¿lo será más su porvenir? Con todo, durante este año 1920, han vuelto a solicitarse menas de estaño y tungsteno, y se afirma que los anglosajones se interesan por los criaderos de Galicia, de los que la mayor parte yacen en las dos provincias de este Distrito. Por más que si llega una Compañía poderosa no diremos que con ello amanecerán días felices para la minería ‘verdad’ del Distrito entero, porque la historia de este nos hace desconfiar de ciertas Compañías extranjeras que, con exceso de capital y de personal, han solido gastar aquí cuantiosas sumas (de las cuales solamente una pequeña parte, ínfima a veces, se ha empleado en labores mineras), sin provecho alguno para el progreso de la minería de esta región».

La Xunta de Galicia recientemente ha denegado dos autorizaciones para explotaciones mineras de oro y cobre. Las repercusiones ambientales de las explotaciones mineras han sido, y siguen siendo, uno de los graves problemas de deterioro de espacios naturales. Las recuperaciones en Meirama y As Pontes, o la de Touro, no hacen olvidar canteras, telleiras e incluso explotaciones de wólfram, estaño o plomo. Con la interrogante del tratamiento para paliar los efectos ambientales que sea obligatorio para dar las autorizaciones mineras, conviene plantear qué políticas mineras se pueden articular en Galicia. La negación es por si misma insuficiente.