la renuncia de la presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) Annegret Kramp-Karrenbauer a postularse a la Cancillería de Alemania, después de que en el Parlamento de Turingia un liberal saliera elegido con los votos del xenófobo y racista AfD (Alternativa para Alemania) y la CDU, debería mover a la reflexión sobre lo que sucede en España. La propia Angela Merkel tuvo que intervenir para provocar la dimisión del liberal Thomas Kemmerich y forzar unas nuevas elecciones. La rotundidad con la que Merkel y Kramp-Karrenbauer rechazan cualquier vinculación con el AfD se basa, como ha explicado el secretario general de la CDU, Paul Ziemak, en que es «un partido antialemán», supremacista y que defiende «la homogeneidad del pueblo». «La dignidad del ser humano es inviolable. Quien cuestiona este principio se coloca contra nuestra Constitución federal», aseguró Ziemak.
Contrasta esa claridad de ideas con la operación política y mediática desplegada en España para blanquear a dos políticos abiertamente racistas, supremacistas y xenófobos como Oriol Junqueras y Joaquim Torra, líderes de dos partidos antiespañoles que hablan de Cataluña como «un sol poble», que tanto recuerda al «ein volk» de los nazis. Lejos de establecer un cordón sanitario frente a ellos, Pedro Sánchez ha convertido a Junqueras en socio principal de su Gobierno, se pliega a ser tratado por Torra como un líder extranjero y le ofrece un pacto de igual a igual. Junqueras ha defendido como argumento para que Cataluña se independice el que «los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses; y un poco con los suizos». Al margen de la supina estupidez, ¿imaginan qué pasaría en Alemania con un político que estableciera diferencias genéticas entre los alemanes y el resto de europeos? Torra, por su parte, ha calificado a los españoles como «carroñeros, víboras, hienas» y «bestias con forma humana». ¿Imaginan que alguien en Europa pactara con un político que tratara al resto de europeos como «bestias con forma humana»? Jordi Pujol ya dejó escrito que el andaluz es «un hombre poco hecho» que «vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». Ni Junqueras ni Torra han rectificado jamás esas ideas repugnantes ni esa clara incitación al odio. Carles Puigdemont es además fiel aliado del belga Vlaams Belang, xenófobo y racista, y se le ha negado la entrada en todos los grupos del Parlamento europeo.
El propio Sánchez dijo hace ocho meses que Torra «no es más que un racista al frente de la Generalitat» y que «tan ultraconservadoras y racistas son las declaraciones de Vox como los pensamientos y los escritos del señor Torra». Pero ahora considera «un honor» reunirse con él. Bien está que el PSOE critique al PP por aceptar los votos de Vox. Pero, ¿no hay en toda la izquierda española alguien capaz de levantar la voz contra la indecencia que supone pactar y gobernar con los votos de dos partidos racistas, xenófobos y supremacistas?