Italia y España plantan a la UE

OPINIÓN

OLIVIER HOSLET | Efe

06 abr 2020 . Actualizado a las 19:07 h.

Italia es ese fascinante país, cuna de Maquiavelo y Andreotti, que tuvo la ocurrencia de regenerar su política a base destrozar sus partidos, sustituirlos por movimientos efímeros, hacer coaliciones Frankenstein -mezcla de los xenófobos de La Liga con los populistas anarco-marxistas del payaso Grillo-, para así desplazar a la empresa política de Berlusconi y a los restos del naufragio del centro-derecha y el socialismo.

Fruto de este brillante currículo, hace solo diez meses que Italia tenía un viceprimer ministro, llamado Salvini, que, empoderado por una atrabiliaria coalición de su Liga con el Movimiento 5 Estrellas, amenazaba a la UE -que le exigía disciplina presupuestaria- con poner a Italia fuera del euro. Lo que Salvini proponía era rescatar a Italia de sus propias incompetencias con un presupuesto expansivo, asentado en una deuda del 134 % del PIB, y en un horizonte de ruptura fiscal con el pacto de estabilidad. Y por eso es útil recordar que, para que Italia dejase de adorar a este caótico gobernante, tuvo que intervenir la UE y hacer que su propia coalición lo derribase.

España es otro maravilloso país, también ingobernable, que en los cinco últimos años hizo cinco elecciones y un solo presupuesto. Que tiene un vicepresidente que no deja dormir a Sánchez ni convalecer a Calvo, y cuyo Gobierno está apoyado por una aterradora coalición de independentistas, marxistas anarco-populistas, batasunos y versos sueltos, cuyo consenso se basa en crear un paraíso social y feminista que, a base de gastar más y peor, avance en la igualdad por abajo, olvide la macana de la competitividad y la riqueza, y mande al vaffanculo de Beppe Grillo el pacto de estabilidad y la rebaja de deuda. Hace solo cuatro meses que la UE rechazó el borrador de presupuesto presentado por Sánchez. Y hace un mes que la señora Calvo habló de la posibilidad de prorrogar otra vez el presupuesto de Montoro, para no evidenciar que estamos entrando en otra crisis financiera.

Pero hoy, italianos y españoles estamos orgullosos de nuestros líderes, porque se plantaron ante la UE. Exigen que no se cometan los errores de la crisis anterior, cuando, en vez de fiarnos del gran Zapatero, seguimos a la débil Merkel. Y les advirtieron que, si siguen creando desafección a la UE, en vez de proteger el bello desgobierno mediterráneo, lo van a pagar carísimo. Porque lo que quieren Sánchez y Comte no es que se afronte el coronavirus en común, sino que se aproveche el virus para fabricar dinero a esgalla, meterlo con todos los problemas en la olla a presión -virus, déficit, deuda, expansión del gasto, productividad, ingobernabilidad, independentismos, populismos y cantamañanas-, aplicarle la batidora, para cocer crema de crisis, y hacer imposible que los países previsores se distingan de los tirapadiante. Y España e Italia, que llevan tiempo haciéndose trampas en el solitario, están encantadas con este chantaje del Mediterráneo a la perversa UE. Por eso debemos salir a la ventana, y aplaudirles.