13 Rue de la Cuarentena

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

03 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha sido ver a Bruce Willis correr a resguardarse del coronavirus en el rancho de Demi Moore y comprender de golpe que no queda ahí afuera ningún héroe que venga a sacarnos de esta. La película de ciencia ficción en la que estamos inmersos ha resultado ser mucho más pedestre y amarga de lo que el cine futurista presagiaba y nos deja abocados al desahogo del género costumbrista. Sin esperanza ya de que John McClane aterrice en esta jungla de cristal para rescatarnos, una terapia alternativa es abstraerse por un rato de tanta calamidad para reírse de esta realidad extraña. También de uno mismo y de las neurosis recién adquiridas.

La serie exprés de TVE Diarios de la cuarentena ha sido construida sobre la marcha por actores, guionistas y directores con material de producción casero. Varios países y plataformas han comprado e imitado ya su idea, una sucesión de vidas cruzadas de personajes confinados entre cuatro paredes. Cada uno en su cubículo, cada uno con su historia, como en 13 Rue del Percebe, aunque, a diferencia de las historietas de Ibáñez, no todos en el mismo edificio. La serie se ha lanzado al complicado reto de hacer humor a flor de piel. Por eso gusta, alivia incluso, a quien está dispuesto a ponerse frente al espejo y reírse en este trance y subleva a quien no admite ni un chiste ni una mueca en medio del drama. Si no hubiese polarización, esto no sería España.