Cuando al principio de la pandemia Telecinco siguió con el plan previsto de continuar Supervivientes no lo entendimos. No entendimos cómo con la que estaba cayendo aquí, con el sufrimiento que teníamos, no eran capaces de girar la cámara y decirles a los concursantes de la isla que la verdadera lucha se estaba llevando a cabo aquí. Ese momento llegó por fin por una cuestión de audiencia, cuando se acerca la final, una de las participantes ha podido ver resumida la película de terror que se ha padecido durante estos meses. El shock de esa mujer es brutal, porque ni aun pudiéndose imaginar con la poca información que tenían lo que estaba sucediendo, llegó a suponer lo que muestra la realidad. Ver sintetizado en unos minutos lo que ha sido y aún es esta tragedia pone los pelos de punta incluso a los que hemos pasado por esto. Haberse salvado de esta pandemia en una isla rodeada de palmeras es tal vez una suerte, pero aunque suene duro, creo que haber vivido esta experiencia te alivia de esa fortuna extraña de ver y sentir a tu gente, a tu ciudad y a todo tu mundo en un estado de alarma mientras tú estás en la inopia del entretenimiento más atroz. No poder estar al lado de tus padres, de tus hijos y de tu nieto por participar en un reality tiene que hacerte añicos a poco corazón que tengas. Pero ese es el juego del famoseo. La superviviencia, lo hemos visto con claridad, sigue el camino opuesto.