Salvador Illa se convirtió en tendencia en las redes sociales. Y no fue por uno de los brotes que nos alarman y nos recuerdan que el covid-19 sigue ahí, acechando nuestra salud. Tampoco por la aparición de una nueva disposición en ese BOE que nunca fue tan leído y comentado por legos y profanos como bajo el confinamiento. El motivo fue un vídeo del ministro en una comisión parlamentaria de Sanidad. El catalán hizo algo que nadie esperaba. Y que resulta sorprendente y casi chocante en estos tiempos de polarización: dedicar un elogio a cada uno de sus rivales políticos y compañeros de comisión.
El vídeo, que pueden ver aquí y corrió como la pólvora por Twitter, muestra como las inesperadas palabras del filósofo Illa desarman a los representantes de los otros partidos. No contaban con un agradecimiento que, al menos en parte, parecía sincero y sin doblez (aunque en política nada se hace sin intención). Y que culmina el proceso la recuperación de la imagen de un ministro que, pese a haber cometido errores y haber capitaneado un ministerio escuálido en una crisis histórica, va a salir reforzado, como Fernando Simón, por su talante, su capacidad de diálogo y su humanidad. Son la semilla de los pactos que tanto necesita el país. Y una vacuna contra la dañina crispación que siempre buscan otros líderes. Aquellos que llegan a llamar Kim Jong-un a los presentadores de programas rosa.