Guerra de consolas

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

24 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya está a la vuelta de la esquina la novena generación de consolas de videojuegos. La primera (Magnavox Oddissey, Atari Pong) servía poco más que para jugar al tenis o el hockey con dos palitos que se movían en la pantalla; la segunda (Atari 2600) popularizó los cartuchos intercambiables; la tercera (NES, Sega Master) supuso la salvación de la industria; la cuarta (SNES, Sega Mega Drive) fue la consolidación; en la quinta (PlayStation, Sega Saturn, Nintendo 64) entró Sony como un elefante en una cacharrería; la sexta (Dreamcast, PS2, Xbox, Nintendo GameCube) significó el canto del cisne de Sega y la aparición de un nuevo jugador, Microsoft; en la séptima (Xbox 360, PS3, Wii) Nintendo barrió a todos; y la octava (PS4, Xbox One, Switch) ha confirmado que el juego es cosa de dos, con un tercero que va por libre y casi siempre acierta y gana.

Sony y Microsoft lanzarán este otoño sus nuevos dispositivos, PS5 y Xbox Series X, y la guerra entre ambas ya ha comenzado. La compañía estadounidense nunca ha podido con su rival -cuando más cerca estuvo fue con la Xbox 360, que vendió 84,7 millones de unidades, por 87,4 millones de la PS3-, pero ahora cuenta con nuevas armas. Por un lado Game Pass, un servicio de suscripción lanzado hace dos años que permite instalar los juegos en la propia máquina (a diferencia de PlayStation Now, que los ejecuta en los servidores de Sony). Esto evita tener que preocuparse por problemas de streaming o conectividad. Cuesta 12,9 euros al mes y ya tiene más de 10 millones de usuarios, así que multipliquen.

Pero a Microsoft le faltaba catálogo (precisamente lo que le sobra a su competidora japonesa), y lo acaba de solucionar con la compra de ZeniMax Media, propietaria de Bethesda Softworks, estudio responsable de algunas de las franquicias más importantes de la industria: Wolfenstein, The Elder Scrolls, Fallout, DOOM... Ha costado 7.500 millones de dólares, pero parece que bien invertidos.