Caminar sobre el hielo

Rafael Arriaza
Rafael Arriaza FIRMA INVITADA

OPINIÓN

Rafael Bastante

11 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En Canadá, un país con tradición de inviernos duros y calles heladas, se contabilizaron casi 9.000 ingresos hospitalarios durante los años 2016 y 2017 solo por las lesiones producidas por caídas en el hielo. En un país como España, en el que muchas zonas no han visto nevadas y temperaturas tan bajas como las que se están produciendo, y en el que no tenemos costumbre de enfrentarnos a una situación aparentemente tan simple como salir de casa atravesando superficies heladas, es fundamental que respetemos una serie de consejos que pueden evitar accidentes indeseables.

Hace unos años, la Sociedad Alemana de Cirugía Ortopédica y Traumatología lanzó una serie de recomendaciones para reducir ese riesgo. En efecto, cuando las calles de una ciudad se cubren de hielo y nieve se convierten en una peligrosa pista de patinaje. Esto es especialmente cierto si no se tiene la costumbre de caminar por una superficie resbaladiza, con el riesgo de caídas y de que los mayores sufran fracturas -sobre todo de muñeca, cadera y hombro-pues no tienen el equilibrio y la agilidad y fuerza de sus años jóvenes.

Podemos hacernos eco de esos consejos, que esperamos que sean útiles para mucha gente, y que reduzcan el número de caídas. Un primer consejo, en el que muchas veces no pensamos, es mantener la entrada de las casas, portales y rampas libres de nieve lo antes posible, para evitar que -con la bajada de temperaturas prevista- pueda helarse y hacerse mucho más difícil de retirar y, además, convertirse en algo muchísimo más peligroso.

Lo segundo es, lógicamente, salir solo si es imprescindible, y con calzado de suela rayada y de goma, para que se deslice menos. Y si hay que salir, es fundamental que a la hora de caminar lo hagamos como los pingüinos. Es decir, que en lugar de dar pasos más o menos amplios, lo hagamos con pasos cortos y llevando el cuerpo un poco adelantado, de manera que el peso caiga sobre el pie que avanza, y que este se apoye del todo plano. El objetivo es que el peso del cuerpo apoye en un ángulo perpendicular a la superficie del suelo, para reducir el riesgo de que se produzca un deslizamiento del talón que nos tire de espaldas.

Pasos lentos y muy cortos para incrementar la estabilidad, con el tronco lo más recto posible sobre el pie que se va a apoyar en el suelo, y hacerlo con toda la planta. Dicho de otra manera, cuando demos el paso, el talón de la pierna adelantada y el hombro del mismo lado deben formar una perfecta línea vertical, para proporcionar un apoyo natural más firme y seguro. Es verdad que esta marcha no es muy rápida, pero lo importante es llegar sanos y salvos: exactamente igual que cuando conducimos bajo condiciones adversas es lógico y prudente reducir la velocidad, y debe primar la seguridad sobre la prisa, al caminar sobre nieve o hielo, ocurre lo mismo.

Otro consejo básico es utilizar guantes, para poder tener las manos libres, fuera de los bolsillos, y poder emplearlas para equilibrarnos o como apoyo, para frenar el golpe. Y por último, y al hilo de este consejo, parece lógico también el evitar tener las manos ocupadas y llevar peso extra que pueda favorecer un desequilibrio, como ocurriría si vamos cargando con bolsas de compra.