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Entiendo las prisas del presidente Sánchez por rentabilizar en las elecciones catalanas la imagen pública del ministro Illa, el denodado combatiente contra la pandemia, pero no he entendido en ningún momento (ni lo entiendo ahora) que no le importase el aumento de la abstención que se iba a producir en estas fechas. El presidente quería su victoria, pero, si se observa el resultado, mucho tendrá que negociar para que esta tenga un perfil duradero. La CUP tiene de nuevo la llave para que ERC y JxCat retengan el Ejecutivo de la Generalitat.
¿Sánchez sale reforzado? Creo que sí. ¿La unidad de España sale reforzada? Junqueras dice estar dispuesto a «grandes consensos para construir la república». Illa, tras el insuficiente triunfo del PSC, pide «no plantear caminos imposibles». Aparte de todo esto, Vox saca pecho (11 diputados), mientras el PP (3) y Ciudadanos (6) se hunden. Un buen galimatías.
Personalmente, creo que la fecha elegida para las elecciones fue la equivocada. Sin el rigor amedrentador de la pandemia, hubiera aumentado el número de votantes. Pero Sánchez no quería desaprovechar la oportunidad de un éxito personal por medio del PSC. Así hemos llegado adonde ahora estamos: en un lugar demasiado nutrido de incertidumbres. Los fracasos del PP y Ciudadanos también merecen alguna consideración, porque algo de ello ya se intuía, aunque no en estas proporciones de desastre. Creo que el PP tiene que replantear en serio su ser y estar en Cataluña, porque, a este paso, casi no está. Del desastre de Ciudadanos, la culpa la tiene un tal Albert Rivera, aunque él estuviese en su derecho de irse.
El asunto clave vuelve a ser ahora la pandemia y la crisis económica a la que nos está arrastrando.
Lo de Cataluña no necesita de adivinos, pero sí de observadores cualificados, capaces de mediar en las tensiones que ya asoman. Pero la pandemia aún sigue ahí y es necesario acertar con cada uno de los pasos que llevan a una buena salida. No necesitamos sumar una crisis económica con una crisis política. Creo que deberíamos poder esperar de nuestros políticos algo más que trapacerías y rencillas oportunistas. Y en esto incluyo a los catalanes recién elegidos.