«Cualquier evocación del 23-F no vale sin ver a Juan Carlos I en primera fila»

Cartas al director
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OPINIÓN

23 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Despotismo regiamente ilustrado

«Todo por Juan Carlos pero sin Juan Carlos». La conmemoración del fallido golpe del 23-F, sin la presencia del artífice que supo (y quiso) abortarlo, se asemeja al conocido como despotismo ilustrado, cuyo lema era «Todo para el pueblo pero sin el pueblo». Obviedades y lugares comunes que, a pesar de serlo, vienen a cuento porque no se sabe qué cosa vaya a celebrar nadie mientras el rey Juan Carlos I, artífice de aquel momento histórico, se halla en país extranjero, acosado por algunos de sus compatriotas más ignaros, olvidado de los suyos y padeciendo la pena de telediario, la más absurda, falaz e ignominiosa de las penas. Cualquier evocación del 23-F no vale sin ver a Juan Carlos I en primera fila. Pablo González de Amezúa. Madrid.

El efecto Illa

La propaganda monclovita hablaba, antes de las elecciones, del «efecto Illa», como si el candidato socialista tuviese la llave de la solución del conflicto catalán. Y es que el objetivo de Sánchez es consolidar el apoyo de independentistas, empezando con el indulto a los presos del procés y la rebaja del delito de sedición en el Código Penal. De esta forma espera que un cierto apaciguamiento de las tensiones en Cataluña le ofrezca una baza para las elecciones generales dentro de tres años. Jaume Catalán Díaz. Gerona.

Y al pasar tres días, don Pedro habló

Puede parecer demasiado tiempo el que tardó el presidente del Gobierno en salir a la palestra para condenar las revueltas violentas que asolan a diversas ciudades de España. Pero, oyéndole hablar, uno se explica la tardanza. Consiguió construir un relato Redondo, con el que contentar a los unos sin enfadar a los otros: «En una democracia plena —dijo—, y España es una democracia plena, resulta inadmisible cualquier tipo de violencia». Y yo me pregunto: ¿también la ejercida —según sus socios— por la Policía? Porque mucho me temo que su aserto es plagiado de algunos de sus socios, que lo acuñaron para utilizar de muletilla cuando se ven en un callejón sin salida y tienen que pronunciarse acerca de la violencia de sus cachorros. Pero si quedaba alguna duda, la segunda apostilla viene a corroborar mis temores: «Aunque España —prosiguió— tiene una tarea pendiente en la mejora de la protección de la libertad de expresión». En qué quedamos, don Pedro, ¿España es una democracia plena o necesita modificar el Código Penal para que las hordas de sus adláteres puedan campar a sus anchas cometiendo cualquier fechoría sin temor a tener que rendir cuentas ante la Justicia? Manuel García Castro. A Coruña.

El Zaguán

Los sábados de La Voz brillan con el artículo del Doktor Pseudonimus. Ya solo el nombre es hermoso, huele a delicado y antiguo, incluso tiene una composición equilibrada; de esta palabra sí podría decir Ortega que es «un soplo de aire estremecido». ¿Le suena, Doktor, como orteguiano convicto y confeso? Usted, como el maestro, también aprendió más y mejor en la sempiterna Germania docens y fue seducido por sus dichter und denker, por sus poetas y pensadores. Y claro, todo eso se nota. Decía Valle-Inclán que el periodismo avillana el estilo, pero el del Doktor no corre ese peligro. Sin embargo, tengo que confesar que yo prefería aquellos artículos extensos de otra época. Me permito enmendarle la plana a Gracián: lo bueno, si largo, mejor. No se pueden poner puertas al campo ni al talento.

El escritor de cultura enciclopédica, en la línea de Novoa Santos y García Sabell, recordó un sábado a Armando Manzanero y una de sus bellas canciones, vulgares como la vida misma, aunque creo que aquí la música le evocó un momento grato o un amor. Normal, «a todos nos han cantado / en una noche de juerga / coplas que nos han matado», escribió Manuel Machado. Otra cita, esta de Picasso: «El que nace joven lo es para toda la vida». Julio González Puente. Monforte de Lemos.